Nos encanta el vino, muchos tintos nos seducen, algunos blancos también, pero rosados son pocos. ¿Qué tiene el vino rosado que por pocos es deseado?, quizás tenga algo que ver la cultura, la zona, las costumbres, etc. Pero los rosados de antaño no se asemejan a los que las bodegas nos ofrecen hoy en día, el color, el sabor y la seducción que proporcionan al paladar hace que los tengamos en cuenta y especialmente en verano.
Algunos rosados despliegan un amplio abanico de aromas muy intensos, ofreciéndonos sobre todo un toque frutal de connotaciones silvestres, en segundo lugar se aprecian también algunos toques florales, aunque no tan marcados como los frutales. En el paladar se presentan suaves y se aprecian las mismas sensaciones que captamos con la nariz.
Disfrutar de una copa de vino fresco rosado en verano resulta muy gratificante, pero no debe estar muy frío, es necesario tener en cuenta la temperatura de consumo adecuado para poder apreciar todo el esplendor que un vino rosado nos brinda.
El sistema de elaboración del vino rosado es muy semejante al que se utiliza en el vino blanco, sólo hay una diferencia acentuada y es la utilización de los denominados mostos primeras, que a su paso por los materiales sólidos del proceso, arrastran consigo el peculiar tinte algo coloreado.
No querer saber nada del vino rosado es un error que no podemos cometer, el rosado no es para mezclar con gaseosa o para utilizar diariamente, restándole magnificencia a un vino cuya elaboración es meticulosa. Decididamente el vino rosado merece estar en nuestra pequeña bodega particular.
Y tú, ¿qué opinas del vino rosado?
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