Hoy día la clásica división de los vinos en jóvenes, crianzas, reservas y grandes reservas se ha ampliado. Existen los pagos, vinos elaborados con las uvas procedentes de una determinada parcela, es decir, procedentes de un único viñedo. Son vinos de una gran expresión y de mucha personalidad, y su elaboración suele estar muy cuidada. Para esto, como para todo, hay niveles entre los que encontramos grandes pagos y otros no tan grandes o, directamente, de baja calidad, pero para eso está el consumidor.
Hoy hablamos del Pago Santa Cruz 2001, de la bodega Viña Sastre, un vino que me dejó gratamente sorprendido cuando lo probé el pasado sábado. De textura carnosa y color intenso, tenemos delante un vino complejo y equilibrado, lleno de matices regulares de entre los que no destaca ninguno en especial, que se muestra limpio y redondo.
Aún no ha alcanzado la finura y la elegancia de otros pagos monumentales que podemos saborear en nuestro país, pero parece que los Sastre han encontrado la fórmula idónea para la elaboración de vinos fabulosos.
El vino en un restaurante ronda los 50-60 euros, y en tienda no creo que lo encontremos por más de 35. Un capricho un poco caro, pero satisfactorio, sorprendente y por encima de la media.