En un mundo tan globalizado en el que priman los procesos de transmisión de la información, a veces sorprende el desinterés por conocer el origen de lo que comemos. Particularmente creo que la búsqueda de la salud también incluye el conocimiento de los ingredientes en alimentos procesados, así como ‘de dónde vienen’ los básicos.
También me pasa con la leche sin lactosa, por eso un día decidí averiguar ‘cómo se hace’, es decir ‘cuál es el proceso que sigue una leche de vaca común (entera, semidesnatada o desnatada)’ para convertirse en un producto más digestivo, y apto para personas intolerantes a la lactosa.
Veréis, en realidad lo que conocemos como lactosa es un azúcar que a su vez está formado por otros dos más pequeños que están unidos y se llaman glucosa y galactosa. Para que una persona pueda absorberlos correctamente entraría en acción la lactasa (enzima que se encuentra en el intestino delgado).
El papel de la lactasa en la digestión
Esta enzima es la encargada de separar la glucosa y la galactosa, para que el organismo pueda continuar una digestión sin problemas. Pero hay personas que no producen suficiente lactasa, o carecen de ella. Lo que suele ocurrir entonces es que la lactosa sólo es digerida (y por lo tanto absorbida) en parte y esto puede ocasionar distintas molestias provocadas en parte debidas a la fermentación.
Esta es la razón de que alrededor del mundo, muchos consumidores no toleren bien la leche: que poseen un déficit de lactasa. Todos hemos leído en alguna ocasión los porcentajes estimados de población afectada por la intolerancia a la lactosa, sabemos que en torno a un 10 o 15 % de personas pueden sufrirla en España; pero también que hay lugares en donde la sufren en menor medida (los nórdicos), y otros con una alta prevalencia (por ejemplo en Asia).
¿Qué hace que la leche sin lactosa sea más digestiva?
Afortunadamente el avance de las investigaciones y la tecnología ha permitido desarrollar un proceso para fabricar lácteos sin lactosa. Consiste en añadir a la leche la enzima responsable de la descomposición de los azúcares en la leche: la lactasa.
De esta manera se obtiene un producto en el cuál la glucosa y la galactosa ya están separados, y por lo tanto no causará ningún problema digestivo incluso en personas con intolerancia. De cualquiera de las variedades obtenidas llama la atención que es dulce, curiosamente esto es debido a que los dos azúcares por separado acentúan su sabor natural.
Pero ¿qué hay de las propiedades de la leche?
El hecho de que pase un proceso industrial para convertirla en un producto más apto de cara a su consumo por muchas personas, no hace que pierda los nutrientes que caracterizan a los lácteos. Seguirá siendo una buena fuente de minerales como el calcio, de proteínas y de vitaminas.
Pero además provoca digestiones más ‘fáciles’ (y por esto es escogida por personas que no tienen intolerancia pero a las que sienta muy bien) porque se metaboliza rápidamente.
Eso sí, los alérgicos a las proteínas de la leche, deberán abstenerse del consumo de productos lácteos con o si lactosa, para evitar reacciones severas
Actualmente una persona intolerante a la lactosa, dispone de una variedad de productos a tener en cuenta, como nos reseñó Liliana en este post. Desde leches vegetales hasta leche sin lactosa (entera, semidesnatada o desnatada), incluso dentro de esta última, en el mercado se encuentran aquellas que sólo son ‘bajas en’, y algunas sin ningún contenido.
Poder escoger para que nuestra alimentación sea más variada, equilibrada y digestiva, es una de las bazas que tenemos de cara a cuidar nuestra salud.
Imágenes | Muffet, paPisc y paPisc en Flickr
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Macarena González es una mamá a la que le gusta meterse en la cocina para elaborar platos clásicos, y también para experimentar con nuevas texturas y sabores. Está convencida de que la comida es fuente de salud, por eso cada día dedica tiempo a escoger los mejores ingredientes con los que preparar alimentos para su familia. Es editora en Peques y Más.