La semana pasada mi compañera Macarena nos daba algunas pistas sobre cómo descubrir la lactosa en los alimentos no lácteos, y ya nos orientaba sobre uno de los elementos fundamentales a los que debemos prestar atención: las etiquetas de los alimentos. Es importante que a la hora de la compra tengamos una base de conocimientos básicos sobre los alimentos y los nutrientes, pero también es necesario prestar atención al etiquetado de los productos, pues las cosas no son siempre lo que parecen.
Si algo he aprendido en los últimos años como consumidora, es que no debemos dar por sentado nada en cuanto a nuestra alimentación se refiere. Ser intolerante a la lactosa me ha permitido interesarme más por cuestiones relativas a la nutrición, ahora estoy más informada y sé qué alimentos son más aconsejables. Como dice el viejo dicho, saber es poder, y por eso es importante que aprendamos a leer correctamente las etiquetas y sepamos cómo interpretarlas.
Lo que dice la normativa al respecto
Las autoridades europeas y españolas son las que dictan cuáles son las características que deben cumplir las etiquetas de los productos destinados a alimentación. Por suerte para nosotros, hace años que un etiquetado correcto es una prioridad, pues ya no sólo se busca que los productos cumplan unas condiciones adecuadas de calidad, sino que también es fundamental la seguridad y la salud del consumidor.
En este sentido, la normativa vigente que nos interesa parte del Real Decreto 1334/1999 de 31 de julio, en el cual se aprobó la Norma General de etiquetado, presentación y publicidad de todos aquellos productos que fueran alimenticios. Sin embargo, en esa ocasión se olvidaron de un colectivo fundamental, los intolerantes y alérgicos.
Por ello, en el año 2004 la normativa fue modificada para incluir la obligación de hacer una mención clara a los posibles alérgenos. Finalmente, mediante el Real Decreto 1245/2008 de 18 de julio se sumó una lista concreta de todas las sustancias que obligatoriamente deben estar declaradas en los etiquetados.
¿Qué es exactamente el etiquetado de alimentos?
Parece una pregunta obvia, pero merece la pena detenernos un poco en esta cuestión. Se distinguen dos tipos de información: la general y la nutricional. La información nutricional es una de las partes clave en el etiquetado de un producto, pero debemos ir más allá y leer con detenimiento toda mención, marca, dibujo o signo que aparezca en el embalaje o envase que acompañe al alimento en cuestión.
De este modo, la normativa oficial establece como obligatoria información como el origen, la cantidad neta, las condiciones especiales de conservación, el modo de empleo en su caso, la identificación completa de la empresa o fabricante, etc. Todos estos datos deben aparecen claramente señalados, pero además podemos encontrar otra información a la que, como consumidores, deberíamos presentar atención.
La evolución de las técnicas de marketing y las modas de diseño han hecho que los embalajes de un producto parezcan más bien una exhibición publicitaria, y distraen al consumidor. Por eso hay que tener cuidado al leer la información que muestra un producto ya que, aunque nos puedan distraer posibles dibujos y diseños coloridos, seguramente también nos están dando una información valiosa.
Cómo detectar la lactosa en las etiquetas
He podido comprobar personalmente cómo cada vez son más las personas preocupadas por informarse de lo que compran, deteniéndose a leer con cuidado la información que aparece en los productos de alimentación. Según las circunstancias específicas de cada uno, nos interesará buscar unos datos concretos, y en nuestro caso debemos prestar especial atención a la presencia de lactosa. ¿Cómo detectarla fácilmente?
Los alimentos que a priori debe evitar un intolerante a la lactosa son todos los productos lácteos, no sólo la leche, la nata, la mantequilla y el queso, sino en general también los procesados tales como yogures o postres lácteos. Son los alimentos con los que primero se familiariza un intolerante, y por tanto los que se identifican más fácilmente. Pero en el mercado existe una gran cantidad de productos a los que quizá no prestemos atención, pero que pueden contener cantidades importantes de lactosa.
Por eso es fundamental leer con detenimiento todas las etiquetas de los productos, y no dar nunca nada por sentado. Algunos de los alimentos con los que debemos ser más cautelosos son, por ejemplo, los embutidos, fiambres, purés, sopas, cremas de verduras, salsas, y otros productos procesados. Hay que buscar la etiqueta que contenga la lista completa de ingredientes para asegurarnos de que no aparece mencionada la lactosa en ninguna de sus formas.
Así, habrá que prestar especial atención a ingredientes y aditivos que pueden confundirnos por no especificar claramente su composición. Los más comunes, y que un intolerante a la lactosa debería evitar, son los azúcares y grasas de la leche, el lactitol (E966), el cuajo, el suero lácteo o el suero en polvo.
Además, hay que leer bien la letra pequeña que suele aparecer al final de los ingredientes. En muchas ocasiones las empresas procesan sus productos en fábricas o entornos donde se trabaja también con otros ingredientes, y pueden darse casos de contaminación cruzada. Aunque la lactosa no aparezca en el listado de ingredientes, hay que ser cautelosos si se menciona una advertencia del tipo "Puede contener trazas de leche", o similares.
El etiquetado de los productos sin lactosa
Afortunadamente, la intolerancia a la lactosa es una condición cada vez más visible y normalizada. Cada vez más personas son conscientes de que deben evitar los productos con lactosa y tanto los productores, como la población general, comprenden la situación que esto implica.
Por eso, cada vez más los fabricantes se preocupan por facilitarnos la tarea a la hora de realizar la compra. Muchos productos como los fiambres han cambiado su composición original para asegurar que no contienen lactosa en ninguna de sus formas. De este modo, nosotros podemos identificar rápidamente en las etiquetas menciones a que son productos libres de lactosa, con la tranquilidad que supone saber que es una afirmación controlada por las autoridades sanitarias.
Y siempre podemos optar por buscar las gamas destinadas específicamente a los consumidores que no podemos o no queremos tomar lactosa, como toda la gama de productos Kaiku sin lactosa. En este tipo de productos el control de la lactosa es mucho más específico, y por ello podemos reconocer también en sus etiquetados el sello de recomendación de ADILAC, la Asociación de intolerantes a la lactosa de España.
Como podéis ver, lo esencial es mantenerse informado, conocer bien qué ingredientes podemos y no podemos tomar y leer concienzudamente todas las etiquetas y señales que acompaña a cada producto antes de comprarlo. Y si nos quedamos con alguna duda, podemos consultar directamente con el fabricante a través de la atención al consumidor. En cualquier caso, cuando se trata de nuestra salud y la de nuestra familia, lo mejor es no arriesgarse.
Imágenes | kozumel, ilovebutter, TetraPak, epsos En Espacio sin Lactosa | Cómo descubrir la lactosa en los alimentos no lácteos En Espacio sin Lactosa | Cómo compartir la intolerancia a la lactosa
Liliana Fuchs es una joven murciana que se trasladó a Madrid después de licenciarse en Historia de arte. Hace años le detectaron intolerancia a la lactosa pero eso no ha impedido que siga disfrutando de una de sus pasiones, la cocina rica y saludable. Actualmente es editora en Directo al Paladar