Una cita más de Tapas&Blogs (y ya van nueve) en la que Directo al Paladar estuvo presente, para dar buena cuenta de cuanto allí se cocía. En esta ocasión pudimos conocer algo de la cocina peruana, de la mano de Walter Brandan, chef del restaurante Wakathai, y hacer una degustación de aceite de oliva virgen extra con Fernando Ortega, de Ilove Aceite. La jornada comenzó bañada en pisco sour, preparados de manera impecable y cuidada, bebida que nos acompañó durante toda la cena incluso como colofón tras los postres, en esa ocasión con un acertado toque de maracuyá.
Comenzaremos esta crónica hablando del aceite de oliva virgen extra, sobre el cual aprendimos un poco más en la extensa exposición que sobre el tema hizo Fernando Ortega. Una vez más, se resaltó la escasa cultura que hay en nuestro país en cuanto al aceite de oliva, con un gran desconocimiento general de qué es lo que se halla en la botella que llega al lineal de compra.
Este es un detalle que sale siempre a relucir cuando hablamos con productores, pues a pesar de contar con un excelente producto y una gran tradición histórica, al consumidor español medio todavía le cuesta distinguir entre unas clases y otras, creyendo muchas veces que está comprando un producto superior, cuando en realidad se está llevando un aceite refinado procedente de restos de escasa calidad.
Ilove Aceite solo trabaja con aceite de oliva virgen extra, aquel que se obtiene de aceitunas en perfecto estado por procedimientos mecánicos, libre de defectos y que no supera 0,8º de acidez. De variedad Picual, probamos sus tres aceites estrella, Esencial, Gota Verde y Esencial Royal.
Esencial Royal es una variedad autóctona de la Sierra de Cazorla, del que llama la atención su aspecto turbio, ya que no está filtrado. En boca es un aceite muy suave que acaricia el paladar, a diferencia de las otras variedades, más intensas.
Gota Verde goza de un sabor más intenso, con un punto final de amargor y picor en justa medida, poco agresivo y con un olor fresco de hoja verde. Esencial es para paladares que gustan de sensaciones fuertes, ya que tiene un final de gran picor y amargor, así como un intenso aroma a tomate y plátano.
La cena comenzó entre bandejas llenas de copas de pisco que corrían de un lado a otro de la mesa, en un menú largo, muy largo, que fusionaba cocina oriental y peruana. Fueron llegando a la mesa distintos platillos, entre los que estaban los tiraditos Nikkei (tiras de pescado adobadas con ají amarillo y huacatay), el ceviche criollo peruano, muy bien resuelto, servido con patata y maíz, y del que no pude resistirme a beber su leche de tigre. Degustamos tres ensaladas: wakame, thailandesa y vietnamita, en sendas cucharillas, con buenos matices de sabor. El curry del día estaba muy bueno, para amantes de la cocina picante, desde luego.
Estos platos fueron los que más me gustaron, también probamos nems de cerdo y langostinos, dumpling de cerdo, pollo de corral relleno de pesto de cilantro con salsa huancain, anticuchos, Ga Xao Hot Dieu entre otros, y de postre un lassi de yogur y un picadillo de frutas en infusión de hierba limón con helado.
Restaurante Wakathai
Cocina fusión C/ Conde Duque nº 13 28015 Madrid Tel. 91 541 78 76
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