¿Sabíais que la mayor parte del sabor lo notamos a través del olfato? Es por eso que cuando estamos acatarrados nada tiene sabor, y por eso también que nos sentimos atraídos por las cosas que huelen bien, como los bizcochos mientras se hornean, las galletas o el aroma del desayuno, con esa combinación de olor a café recién hecho, tostadas con mantequilla y mermelada y zumo de naranja.
Y es que la felicidad de desayunar bien, tranquilamente, a ser posible en la terraza y con el periódico del día, es un placer difícilmente comparable. Si no, imaginad los festines que nos damos en vacaciones, ya sea en casa o en un hotel con el desayuno incluido, y lo felices que somos el resto del día.
Vale que en esos casos estamos de vacaciones, y eso alegra a cualquiera incluso si no desayuna, pero si conseguimos recuperar la buena costumbre de desayunar por las mañanas tranquilamente, os aseguro que todos afrontaremos el día con más ganas y energías, aunque hayamos tenido que levantarnos un poco antes para poder desayunar.
Porque no es lo mismo salir de casa sin haber probado bocado y tomarnos el café deprisa y corriendo al llegar a la oficina, que sentarnos a disfrutar de un desayuno completo, soplando el café para que se enfríe, disfrutando de alguna delicia como una mousse de yogur con mermelada de frutas del bosque o unas ricas galletas de chocolate con naranja amarga.
Incluso, si tenemos un día complicado por delante, podemos darnos todo un homenaje con unas tostadas francesas con mermelada de manzana, capaces de levantar el ánimo al más pintado, o por qué no, unos crepes con requesón y frutos del bosque, que hay que ver lo bien que se lo montan los franceses a la hora de desayunar, que lo de los croissants también es cosas suya.
Desayunar bien por la mañana es importante no solo desde el punto de vista nutritivo, sino que también nos ayuda a despertarnos del todo, y no a salir de casa con una legaña todavía pegada en el ojo. Pero sobre todo es un momento del día en el que debemos de tratar de ser felices entre tostadas, zumos recién exprimidos y otras delicatessen, porque nunca se sabe lo que nos depara el resto de la jornada, y así seguro que empezamos el día con un sonrisa.
Mi desayuno ideal huele a café, a croissant a la plancha relleno de mantequilla y mermelada de ciruela, a zumo de naranja y, si es un día especial, un poco de desayuno británico, con su bacon (mmm, qué bien huele el bacon a la plancha), sus huevos revueltos y sus baked beans.
¿Cuál es vuestro desayuno ideal?
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Imágenes | Steven Lilley, Sardenacarlo, JFXie y Avid Hills
