No las había probado todavía, un día me invitaron a comer y me sorprendieron. Me asombré por su sabor y textura y decidí probar diferentes variedades de algas.
El Hijiki es parecido a unos fideos negros cuando las pones a remojo. Tiene un fuerte sabor, por eso me aconsejaron utilizarla en pequeñas cantidades. La puedes preparar guisada, en sopa, etc..
También probé el nori, se suele utilizar para la elaboración del sushi, parecen hojas de papel y en su conjunto está realmente bueno.
La tercera variedad que he probado es el Arame, un alga más dulce que el hijiki pero menos crujiente. Ten en cuenta que cuando cueces estos tres tipos de algas se tornan negruzcas.
Hay muchas más variedades, 50 comestibles para ser más concretos. El uso de las algas se ha extendido en muchas cocinas europeas, es el caso de Alemania, con la elaboración del Algenbrot. Éste es un pan de cereales al que se le añaden algas desecadas en la harina.
No es de extrañar que la popularización de las algas sea cada vez más creciente.
Tras degustar las algas me interesé por sus valores nutricionales, en sales y hierro es mayor que el de las lentejas. Son ricas en yodo, magnesio, cobalto, fósforo, potasio y calcio, en este último increiblemente su aporte es mayor que el de la leche.
También son ricas en vitaminas que son muy beneficiosas para nuestro organismo.
Para preparar las algas primero debes lavarlas con agua fria. Como las compramos en seco, tenemos que remojarlas unos 20 minutos y veremos como aumenta el tamaño hasta 7 veces su volumen en seco.
Cada alga está indicada para un tipo de cocina y deberemos mirar en el prospecto lo que nos aconseja.