Las imágenes de los efectos de la DANA en el Parque Nacional de La Albufera de Valencia llevaron a pronosticar nuevos desastres. El agua, procedente de las lluvias torrenciales y principalmente del desbordamiento del barranco del Poyo, discurría a toda velocidad hacia esta icónica laguna de agua dulce, que se conecta con el mar Mediterráneo a través de un sistema de canales.
Tras anegar los municipios de la comarca de l’Horta Sur de la zona metropolitana de Valencia, el caudal llegaba en forma de lodo y cargado con todo tipo de objetos y materiales arrastrados a su paso. Con una superficie aproximada de 21.000 hectáreas, de las cuales unas 15.000 están dedicadas al cultivo de arroz, La Albufera recibió en pocas horas alrededor de 120 hectómetros cúbicos de agua, un volumen equivalente al aporte de un año y medio en condiciones normales. En cuestión de horas, el nivel del lago pasó de 10 centímetros a más de un metro de profundidad.
Ante este desastre humano, medioambiental y económico, cundió la alarma sobre el futuro de algunos sectores productivos estratégicos de la región. Entre ellos, el cultivo del arroz, una actividad agrícola que se remonta a la época andalusí y que es un pilar fundamental de la economía local y de la identidad cultural valenciana. ¿Se salvaría la campaña del año en curso? ¿Se intoxicarían las tierras de cultivo, poniendo en jaque las cosechas venideras? ¿Estaba en peligro el arroz con Denominación de Origen que caracteriza al plato más universal de la gastronomía española?
Tres meses después de la tragedia, la evaluación de daños en el sector permite alojar esperanza, a pesar incluso de las importantes pérdidas de producción que han sufrido algunos agricultores y cooperativistas, y a pesar también de la destrucción de muchas infraestructuras, como las acequias y caminos que conforman la retícula de campos de La Albufera.
El arroz ya estaba cosechado
![Massanassa](https://i.blogs.es/49b43a/massanassa/450_1000.jpeg)
Santos Ruiz, gerente del Consejo Regulador de la Denominación de Origen Arroz de Valencia, nos ayuda a poner en contexto el alcance de los daños en el arroz de La Albufera.
La DANA azotó la región en pleno otoño, un momento del ciclo en el que los agricultores ya tenían el arroz cosechado y guardado en los secaderos. La Cooperativa de San Pedro de Massanassa, una de las más afectadas por su localización en la zona metropolitana del sur de Valencia, perdió 1,5 millones de kilos de arroz que tenían almacenados.
“Para los agricultores de la Horta Sur, situados en los municipios de Catarroja, Massanassa y Albal principalmente, y que representan un 25% del total, esto ha sido un drama, porque han perdido mucha producción, además de sus casas, coches, muebles, etcétera”, explica Ruiz.
“Pero hay que poner las cosas en su contexto” -matiza este experto-. “La afectación en el arrozal en términos totales es muy baja, si tenemos en cuenta que en La Albufera se cosechan cada año cerca de 120 millones de kilos. Por tanto, el foco no debe ponerse en los campos, sino en la situación de los pueblos. Es verdad que hay infraestructuras dañadas, pero que no afectan demasiado al sistema productivo. Ahora toca reconstruirlas, pero volveremos a hacer arroz sin ningún problema. Es más, nuestra experiencia nos hace pensar que no solo mermará nuestras futuras cosechas, sino que mejorarán, porque los lodos que han llegado aportan fertilidad”.
La función del limo en las crecidas del Nilo
![Egypt Pyramids During The Inundation N D Front Timea](https://i.blogs.es/977656/egypt._-_pyramids_during_the_inundation_-n.d.-_-_front_-_timea/450_1000.jpeg)
Efectivamente, se trata de una sorprendente paradoja: lejos de poner en peligro las campañas venideras, las inundaciones del pasado 29 de octubre tendrán un efecto positivo en la calidad del cereal. La razón de ello está en los nutrientes del lodo -también conocido como limo- que anegó los campos de arroz aquel día funesto.
“No es nada nuevo. La Biblia ya hablaba de las aportaciones de los limos en las inundaciones del Nilo”, apunta Ruiz.
Para los antiguos egipcios, el Nilo no era solo un río; era el eje sobre el que giraba su civilización. En una tierra mayormente árida, donde la lluvia era un bien escaso, la regularidad del Nilo marcaba la diferencia entre la abundancia y la hambruna.
Cada año, entre junio y septiembre, sus aguas crecían de forma predecible, un fenómeno que se consideraba un don divino. Esta inundación no tenía su origen en Egipto, sino en las lluvias torrenciales que caían en las montañas de Etiopía, alimentando los afluentes del Nilo Azul y el Atbara. Conforme el caudal del río aumentaba, el agua avanzaba hacia el norte, desbordándose sobre las riberas y cubriendo los campos de cultivo con una capa de limo negro, una especie de fertilizante natural rico en minerales esenciales para la agricultura. Cuando el nivel del agua descendía, en los meses de octubre y noviembre, dejaba tras de sí una tierra húmeda y fértil, lista para ser sembrada.
![Foto Del Servici Devesa Albufera](https://i.blogs.es/ed34e5/foto-del-servici-devesa-albufera/450_1000.jpeg)
Pero, ¿qué ocurre con las alarmantes imágenes de vertidos tóxicos, coches y televisiones varados entre juncos en plena Albufera que vimos en la televisión en los primeros compases de la tragedia? “En el suelo de los campos más cercanos a la zona metropolitana de Valencia se produjeron vertidos, pero la magnitud de la riada era tal, que igual que entraban las cosas, salían al mar. Desde el barranco del Poyo llegaron 1.200 metros cubiculos por segundo, que es una auténtica una bestialidad”, explica Santos Ruiz.
Hablamos ahora con Juan Valero, fundador de Arroz Tartana, una de las empresas que cultiva y comercializa variedades del arroz en la Albufera amparadas por la DO Arroz de Valencia. “Se ha difundido información muy sesgada con respecto a este asunto -afirma-. Los tóxicos y residuos plásticos solo llegaron a unos pocos campos de cultivo limítrofes con áreas urbanas, que es por donde entró la riada en La Albufera”.
![Tancat De L Estell Arroz Tartana](https://i.blogs.es/3ab63c/tancat-de-l-estell.-arroz-tartana/450_1000.jpeg)
El suyo es un buen ejemplo, porque las fincas de Arroz Tartana, al estar ubicadas en el corazón del Parque Natural, lejos de zonas urbanas, corrieron mejor suerte. “Se nos inundaron graneros y silos, pero hemos conseguido salvar casi toda la producción”. Esta empresa familiar produce anualmente dos millones de kilos de arroz cáscara de variedades especializadas y muy enfocados a la alta gastronomía. Cultivan bomba, albufera y bahía -las tres con Denominación de Origen-, también marisma y carnaroli (la variedad que se utiliza sobre todo para el risotto italiano).
Valero coincide con Santos Ruiz al pronosticar cosechas especialmente buenas a partir del año que viene, no solo en cantidad, sino sobre todo en calidad: “Ya ocurrió cuando la Pantanada de Tous de 1982. La riada trajo cuatro dedos de limo que es abono natural lleno de nutrientes que regeneran la tierra. Esto nos viene especialmente bien porque aquí, como no podemos hacer rotación de cultivo, la tierra se va cansando campaña tras campaña y nos obliga a echar fertilizantes. Además, se mejoran los firmes en los tancats ("cerrados", en valenciano), que son las fincas de mayor profundidad de toda La Albufera. Son tierras que hace veinte años que no existían; se desecaron en su día para ganarlas al mar. Digamos que el suelo de los tancats es el antiguo fondo del lago, y por tanto, aunque produce un arroz de la mejor calidad, es más blando y difícil de trabajar. La llegada de estos lodos nuevos mejora mucho el firme y favorece el cultivo”.
Las personas mayores, explica Juan, cuentan que la huerta y los marjales valencianos son tan fértiles debido precisamente a las cuantiosas riadas que ha padecido históricamente La Albufera, y al arrastre de los lodos muy ricos que se han ido depositando en ella a lo largo de los años”.
![Escardas Manuales Arroz Tartana](https://i.blogs.es/32e0dc/escardas-manuales.-arroz-tartana/450_1000.jpeg)
Lo más urgente: reparar las acequias y caminos
La Albufera, considerada como uno de los humedales más importantes de España, ha sido moldeada por siglos de interacción entre el ser humano y la naturaleza. El sistema de riego tradicional, basado en una red de acequias, caminos y compuertas, ha permitido la gestión eficiente del agua, esencial para el cultivo del arroz. Estas infraestructuras no solo sustentan la agricultura, sino que también mantienen el equilibrio ecológico del parque natural, favoreciendo la biodiversidad y la conservación de especies autóctonas.
El problema más acuciante que tienen los arroceros en estos momentos es la reparación de las infraestructuras hídricas y los accesos a las fincas. Los agricultores necesitan que vuelvan a estar arregladas antes del mes de mayo, que es el momento en el que comienza la siembra y arranca, un año más, el ciclo del cultivo del arroz.