Estamos en la época en la que podemos disfrutar de una de las llamadas frutas de invierno, se trata de las chirimoyas. Este rico fruto, verde por fuera, blanco por dentro y lleno de pepitas negras, no sólo resulta exclusivo por la apariencia, su sabrosa y dulce pulpa tiene mucho que ver con su genuinidad.
Siempre que compramos chirimoyas procuramos que estén un poco verdes y que maduren en casa a temperatura ambiente. La prueba inequívoca para saber si están en su punto es cuando nos resultan ligeramente blandas al tacto, antes de este momento, mejor ni probarlas. Para degustar la rica pulpa que nos proporciona la chirimoya, basta con cortar la fruta por la mitad y con la ayuda de una cuchara disfrutarla.
Hay que decir que esta fruta puede ser empleada en la elaboración de diversas preparaciones gastronómicas como en ensaladas, salsas, mermeladas, postres, etc. Si queréis conocer alguna receta con chirimoyas, en el vinculo del Consejo Regulador de la Denominación de Origen podéis acceder a unas cuantas.
No todas las chirimoyas son iguales, ni en tamaño ni en calidad, dependiendo de su lugar de origen te vas a encontrar con una pulpa riquísima o una pulpa mediocre con un sabor raro. Nosotros acostumbramos a solicitar siempre las chirimoyas que se cultivan en la costa granadina, los chirimoyos de esa zona proporcionan verdaderos manjares.
Un ejemplo serían las chirimoyas de Almuñecar, si dais un vistazo a la web, podréis conocer los controles de calidad que se emplean para que los consumidores podamos disfrutar de verdaderos y sabrosos manjares.
Más información | Crchirimoya (Consejo Regulador de la Denominación de Origen)