Las coles están caracterizadas por su penetrante olor y por un sabor intenso debido al sulfuro de hidrógeno que contienen, aunque gracias a los diferentes cruces que se han realizado, se han conseguido variedades atenuadas en aroma y sabor.
Tenemos repollos, berzas, coles y coliflores, todas pertenecen a la familia de las crucíferas. Fueron cultivadas por egipcios, griegos y romanos. En la Edad Media constituyeron un importante alimento en la dieta de los campesinos.
Hay unas 400 variedades, pero sólo mencionaremos las más comunes y cotidianas:
Coles con repollo, tienen hojas lisas o rizadas que se superponen, apretadas sobre un tronco corto. Dentro de esta variedad se encuentran la col blanca, la lombarda y la de Milán.
Coles sin repollo, sus hojas no se agrupan formando repollos, estas crecen alrededor de un tallo grueso, tenemos la col china, rizada o la berza.
Coles de Bruselas, o los llamados repollitos, su forma es globosa, compacta y con hojas muy apretadas.
Coles de inflorescencia compacta, dentro de esta categoría se encuentran la coliflor, el brócoli y el romanesco.
Las propiedades de las coles son varias, como están compuestas principalmente por agua, tienen pocas calorías. Ricas en minerales como el hierro, el calcio o el magnesio. Son muy adecuadas para regular la hipertensión arterial y nos facilita el tránsito intestinal.
Finalmente decir, que las coles son una excelente fuente de vitaminas A, C y ácido fólico, que junto a la fibra actúan como agentes anticancerígenos.