¿Quién de vosotros no ha visto algún capítulo de C.S.I (Crime Scene Investigation)? Gil Grissom, Horatio Kane y sus equipos, se dedicaban a investigar asesinatos y trataban de encontrar, a base de pruebas científicas, a los culpables.
Hoy os quiero hablar de una investigación que he hecho este fin de semana, sobre un producto que compré en uno de los supermercados más famosos de nuestro país.
Autopsia a las hamburguesas de Vacuno
Uno de los puntos de mi lista de la compra era comprar carne picada. Habitualmente compramos a granel, y pedimos que nos la piquen en el momento. Pero vi el producto de la imagen, 6 Hamburguesas de Vacuno y pensé, "¿por qué no probarlas?" Al fin y al cabo, era lo que tenía pensado para cenar, hamburguesas, y me ahorraba un poco de tiempo.
Como veis en la etiqueta, el 78% dice contener carne de vacuno, con lo que el 22% restante se debería dividir en agua, proteína de soja, almidón de maíz, sal, aroma de carne, E-221 (sulfito), E-301 (antioxidante) y E-120 (colorante). Ah, y trazas de leche.
Pues bien, ¿qué podemos averiguar sobre esta compra sin tener un laboratorio tipo CSI? Lo primero, ir a la web del fabricante www.martinezloriente.com. La verdad es que la web tiene muy buena pinta. Además del catálogo de sus productos, tienen muy accesible un formulario de contacto. Otra cosa que me ha gustado es que tienen una sección entera dedicada a la seguridad alimentaria, y con todas las certificaciones que han conseguido.
En su memoria corporativa de 2013, se pueden sacar datos tan interesantes como que cuenta con unos 1600 trabajadores, de los cuales, más del 80% tienen contrato indefinido. Facturaron más de 500 millones de euros y producen unos 120 millones de kilos de productos. También me llamó la atención que cuentan con una granja propia en Villamarchante, y que su planta de producción principal ha hecho una inversión en placas solares para reducir su huella de carbono.
En cuanto a los números E que emplean, aunque no me cabe la menor duda de que no hay ningún problema para su consumo, os digo para qué se usan:
E-221. Sulfito de sodio. Se emplea para evitar el crecimiento bacteriano y también como antioxidante, evitando la decoloración de los alimentos.
E-301. Ascorbato de sodio. Es un derivado del ácido ascórbito (E-300) o más famoso por Vitamina C. En este caso se utiliza como antioxidante.
E-120. Ácido carmínico. Un colorante que se extrae de la cochinilla, como os podéis imaginar de color rojo.
En definitiva, los aditivos utilizados, tienen sentido en un producto envasado que va a ser distribuido en grandes superficies, y ayuda a su conservación y seguridad alimentaria.
Una curiosidad, en esta página web sobre aditivos, se afirma que el E-221 no puede ser utilizado en productos cárnicos. Si esto fuera cierto, estaríamos ante una irregularidad.
Sin embargo, tenía dudas de que una empresa con las certificaciones que tiene, se la juegue en algo así. Me inclinaba más por pensar que la información que aparece en la web que menciono, es incorrecta. Por otro lado, en la web de http://www.aditivos-alimentarios.com/ no he podido encontrar ninguna referencia a autores, fuentes, etc... Es decir, no tenía forma de verificar la autenticidad de lo que allí se afirma.
Y efectivamente, mis sospechas de que la información de Aditivos Alimentarios era incorrecta se confirmó. Tanto en la wikipedia en inglés:
It is also used as a preservative to prevent dried fruit from discoloring, and for preserving meats(resaltado mío)
como en este informe de la autoridad alimentaria Australiana, confirman que sí se pueden usar con productos cárnicos.
Por desgracia, no he podido encontrar fácilmente, una web de información oficial en inglés o español sobre los aditivos E. Una pena, porque los buscadores "premian" en las búsquedas a páginas web cuyas fuentes o afirmaciones son más que dudadas. Un debe MUY GORDO que recae en nuestra administración por no hacer que sean las fuentes oficiales y fidedignas las que salgan primero en las búsquedas.
En este caso, yo ante la duda, me quedo con la fiabilidad que me ha dado la web de Martínez Loriente, sus certificados y su compromiso con la seguridad alimentaria.
Veredicto
En otras ocasiones he sostenido que si no sabemos lo que comemos es porque no queremos enterarnos. Siempre hay excepciones, pero basta un poco de tiempo y ganas para tener una mejor y mayor información de casi cualquier cosa que compramos hoy en día.
Es más, estoy seguro que cualquiera de nosotros podríamos llamar a los teléfonos de atención al consumidor y ampliar aún más la información.
Volviendo al caso. Algo que sí mejoraría del etiquetado del producto es que echo en falta la cantidad de grasas, proteínas e hidratos de carbono del producto. Está bien que diga que es 78% carne de vacuno, pero todos sabemos que las piezas del vacuno son muy distintas entre sí. De hecho, por eso solemos pedir que nos piquen la carne, porque vemos que la pieza que nos van a picar tiene más magro que grasa. Una etiqueta con este desglose estaría muy bien.
En mi caso, esta sencilla investigación, no solo me ha servido para saber lo que he comido, sino también para conocer mejor de dónde viene mi comida y quién la procesa.
Imagen | Ben Sutherland
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