Hace unos días paseando por el mercaillo de Durcal, me paré en el puesto de una señora encantadora que vende hortalizas y frutas ecológicas de su huerto, donde siempre me paro, y entre otras cosas le compré una cidra.
La cidra es una calabaza de piel muy dura, verde pintada y de carne amarillo muy pálido casi blanquecina, de sabor muy suave que se utiliza, sobre todo, para elaborar cabello de ángel o lo que es lo mismo, dulce de cidra.
Se trata de una calabaza de invierno, se empieza a cosechar desde primeros de otoño hasta finales del invierno, en su mayoría es agua, no aporta apenas macronutrientes, sin embargo es muy rica en micronutrientes y fibra, destacando su elevado contenido en potasio, betacarotenos, provitamina A, vitamina C, vitamina E, folatos y vitaminas del grupo B.
Estamos en época de cidras, como os comento en el post dedicado al cabello de ángel, es una antigua y muy bonita costumbre, elaborar conservas con los productos de temporada apropiados para ello, como es la cidra, y compartirlas con nuestros amigos y seres queridos. Gracias a esta costumbre a miles de niños en pasadas épocas de hambruna, han mantenido sus niveles de vitaminas y minerales más o menos estables.
Además la cidra cuando es cocinada como cabello de ángel, por su adición de azúcar se convierte en una fuente de energía y calorías muy útil para estas criaturas que tanto necesitan.
Por todo ello, os animo queridos lectores de Directo al Paladar a que retoméis esta antigua y práctica costumbre de elaborar vuestras propias conservaspara aprovisionaros todo el año de productos de temporada, y qué mejor para empezar que esta cidra, una calabaza con cabellos de ángel.
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