Cada cierto tiempo salen noticias sobre los alimentos que consumimos habitualmente que son para plantearse con qué llenamos nuestras neveras. Últimamente, todos hemos leído sobre el aceite de palma, el panga o el azúcar, pero no nos olvidemos de las polémicas sobre la carne encontrada en perritos vegetarianos, las hamburguesas hechas con carne de caballo o el pescado no tan fresco que nos venden como recién pescado.
Para coronar todo lo anterior, ya solo nos faltaba que la industria de la alimentación fuera revisada por un ex-directivo de la misma. Christophe Brusset es un ingeniero francés, director de compras de grandes empresas agroalimentarias, que durante 20 años vivió en silencio los fraudes que, según él, se cometen no solo en la industria alimentaria francesa sino también en la internacional. Lo cierto es que leer sus declaraciones pone la piel de gallina.
En realidad, Brusset es no solo testigo sino también cómplice de todos los abusos cometidos por este sector de la cadena de producción, pues durante todo el tiempo que trabajó en él no denunció ninguna de estas prácticas fraudulentas. Está claro que, en la sociedad actual todo vale para abaratar costos y, paralelamente, los precios
Si los servicios veterinarios, encargados de realizar exámenes de calidad a los alimentos antes de ofrecerlos para su venta, no se percatan de todos estos engaños ¿Cómo podemos defendernos los consumidores? Eso nos coloca en una situación de total desamparo y desprotección, pues además, hay un sinfín de lagunas legales que se usan para impedir que todo esto salga a la luz, y se presiona a los trabajadores para que no revelen nada.
¿Campaña de márketing encubierta?
Personalmente, lo que me hace dudar un poco de las declaraciones de Brusset, no es que no puedan ser ciertas, que también, sino que ha decidido ser sincero a raíz de la publicación de su libro ¡Cómo puedes comer eso!, que acaba de salir a la venta en nuestro país. ¿No os parece una campaña de márketing?
Según él, a lo largo de su carrera se hizo muchas preguntas sobre los métodos sin escrúpulos que se usan para conseguir convencer a los consumidores y llevaba mucho tiempo queriendo denunciar, hasta que el escándalo de la carne de caballo fue la "gota que colmó el vaso" y se animó a dar el gran paso escribiendo un libro en el que plasmar qué es lo realmente está ocurriendo.
Además, él no nombra ninguna marca concreta, supongo que para evitar posibles demandas de difamación, pero esto repercute negativamente en todos los productores y proveedores honestos, que seguro los habrá, y que se verán afectados por los consumidores que los incluyan en la lista y se abstengan a partir de ahora de comprar sus productos.
La vergonzosa lista de abusos
Leer a Brusset, o escucharle en alguna de las entrevistas que ha concedido a raíz de publicar su libro hace que me enerve hasta límites infinitos. ¿Somos tan crédulos los consumidores? ¿O es una cuestión de total inconsciencia? Nos creemos lo que nos ponen delante de las narices sin cuestionar nada así que supongo que, en cierta medida, somos también culpables de participar en esta gran farsa.
Entre la lista de abusos, nos podemos encontrar, por ejemplo, la explicación sobre como hacer queso sin apenas queso pero con una gran cantidad de aditivos y agua, como la ley prohibe llamarlo queso, se usan expresiones engañosas como "especialidades de queso" o "fusión de productos de queso". Este falso queso se puede encontrar en pizzas y lasañas.
¿De qué está hecha la mermelada de fresas sin fresas? Pues de jarabes de glucosa y fructosa, agua, jugo de la baya del saúco para dar un toque color, aquenios (granos pequeños) para dar la apariencia de los gránulos de las fresas y pectina. Seguro que muchos de nosotros la hemos comido para desayunar en un hotel.
¿Por qué no debe comer gambas congeladas? Porque han sido objeto de la técnica de "acristalamiento", es decir se les ha adicionado hielo para reducir la velocidad de secado, que no debe exceder del 5 al 10% en peso respecto del producto, pero en realidad se usan entre un 30 a 40%. Por no hablar de su contenido de antibióticos, que se administran para prevenir epidemias en las charcas ganaderas.
Brusset también explica cómo 80 toneladas de champiñones tintados un bonito color azulado, de origen desconocido, y, obviamente, ¡poco apetecible! fueron entregados en París ¿Os creéis que fueron destruidos? ¡Por favor, aquí no se tira nada! Lo que no es apetecible se transforma, por ejemplo en una crema, que se tiñe para ocultar su color azulado.
Una carga contenedores enteros de té chino quedaron paralizados en la frontera europea debido a su alto contenido en pesticidas. Según Brusset, al final fue autorizada para la venta bajo la presión de los gobiernos, para no ofender a los amigos asiáticos y perder un lucrativo mercado.
Especias turcas con excrementos de pájaros, pimientas y guindillas indias con excrementos de ratón, azafrán molido adulterado con polvo de ladrillo, miel que se mezcla con azúcar, además de muchos engaños sobre los orígenes de los productos, por ejemplo comprar granos de mostaza India para fabricar miles de toneladas de mostaza vendida como “de Dijon”, etc. ¿Hace falta continuar?
¿Cuáles son las consecuencias de estas prácticas para los consumidores?
Las muertes por intoxicaciones alimentarias, según un informe de la OMS son alarmantes: 23 millones de personas sufren cada año en Europa una enfermedad transmitida por la comida, y 5.000 de ellas mueren. Las infecciones por salmonela matan a más de 200 personas al año en este continente. Los agentes causantes más comunes son bacterias, virus, parásitos, toxinas y productos químicos.
¿Cuál es la solución?
Esta claro que comprar teniendo en cuenta sólo el precio de los alimentos, por fuerza ha de llevar a consumir alimentos de peor calidad. Debemos esforzarnos por conseguir información, elegir productos sin aditivos o con los menos posibles, preferentemente orgánicos, locales y estacionales. Otra forma de defendernos es apoyando a las organizaciones de consumidores. Hay que hacer todo lo posible para presionar y conseguir que la industria alimentaria cambie.
Comprar productos de proximidad, además de reducir las emisiones de dióxido de carbono, es beneficioso pues el nivel de calidad y seguridad de la producción es mucho mejor comparado con el de emergentes como China, India y otros. En Europa, los fabricantes pueden ser multados y arruinar su reputación. Además, los productos locales necesitan menos química para su preservación que los transportados lejos y almacenados por largos períodos.
¿Estáis dispuestos a cambiar vuestra forma de comprar?
Os dejamos una lista de lo que todos deberíamos empezar a hacer desde hoy mismo cuando vamos al supermercado. Está en juego nuestra salud y la de los nuestros ¿No os parece que vale la pena detenerse a pensar un poco sobre este tema? Sí, yo estoy dispuesta a cambiar mi forma de comprar, a partir de ahora tendré en cuenta lo siguiente:
- Rastrear los orígenes de los alimentos tanto como sea posible
- Huir de ofertas y premios por descuentos
- Enfocar las mejores marcas
- Evitar purés y polvos
- Comprobar los ingredientes
- Comprobar el embalaje
- Verificar los plazos de caducidad
- Revisar las etiquetas (y buscar las más fiables)
- Cuidado con la comercialización, hay que ir con cuidado con los productos importados
- Evitar productos precocinados, hay que acostumbrarse a cocinarse uno mismo
- Entender que sólo el consumidor puede optar por no caer en estas trampas y no debe dejarse manipular
Fotografías | Pixabay En Directo al Paladar | La Crisis de la leche contada en cinco minutos (aunque te va a quedar claro en menos)
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