Los meses con "erre", dicen, son los mejores para saborear esas maravillas culinarias que son los mariscos en general. Hoy hablaremos de las quisquillas, un animalito muy parecido a la gamba pero más pequeño (en caso de ser más grande se denomina quisquillón) y que por su estupendo sabor y su apetitosa apariencia merece un hueco en nuestros mejores recuerdos gastronómicos.
Las mejores quisquillas se pueden degustar en Motril, localidad granadina situada en una zona muy especial para el consumo de pescados. Su localización playera y su cercanía con la montaña concede a esta zona y a las localidades que la forman (Torrenueva, Calahonda, la propia Motril...) un clima y unas variedades de pescado muy originales y de altísima calidad.
En Motril podemos degustar las mejores quisquillas en el puerto: en Paquillo, donde el color rojo intenso de este marisco es marca de calidad o, por algo menos de dinero, en Natalio, también en el puerto.
Las cigalas o la concha fina también son de altura, pero el orgullo culinario de la zona son estas maravillas que, como damas puritanas, enrojecen enormemente cuando son manipuladas por el cocinero.
La manera preferida a mi entender de manejar este marisco es a la plancha, y yo las he visto hacer poniendo un lecho de sal gorda en la sartén y guisando las quisquillas encima, lo cual las permite coger el punto de sal deseado. Altamente recomendables... no se las pierdan. Si por aquí se acerca algún motrileño y nos quiere indicar alguna manera alternativa para hacer las quisquillas, somos todo oidos.