En el mercado podemos encontrar fácilmente las pechugas de pato o magrets que ya están fileteadas y deshuesadas. Esta es una de las piezas que principalmente usamos nosotros del pato. Aunque el pato domestico tiene un exceso considerable de grasa es fácil de eliminar según el método de cocción que utilicemos.
Existe bastante diferencia entre un pato salvaje y un pato domestico, este último presenta un 30% más de grasa, en general todas las aves que sean de granja tienen mucha más grasa que las silvestres.
La carne de pato tiene fama por ser una carne poco digestible, en especial para las personas que son más sensibles. Sobre todo es la piel lo que es más indigesto por eso es preferible no comérsela. Es una carne muy rica en hierro y en vitaminas del grupo B pero hay que tener en cuenta que el valor nutricional de la carne de pato varía según sea la especie y el método de crianza que se haya utilizado.
Recordamos hace ya algún tiempo una situación que nos enseño un poco más sobre la carne de pato, sobre todo del silvestre. Un amigo cazador nos regalo un par de patos para que disfrutáramos de su sabor en una comida. Tras prepararlos y cocinarlos, nos dispusimos a hincarle el primer bocado.
Rayos, tenia un ligero sabor a cieno, lo cual no comprendíamos muy bien, al ver de nuevo a nuestro amigo y tras explicarle lo sucedido, nos explico que los patos salvajes hay que prepáralos muy bien para que el sabor de la carne sea óptimo. El otro pato que teníamos lo preparamos según sus indicaciones, resulto un estupendo guiso.
Facilitaremos más adelante esta receta para que disfrutéis plenamente del sabor de un pato silvestre bien cocinado.
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