El pescado es el nuevo petróleo: cinco motivos por los que este alimento es un recurso cada vez más valioso

A nivel mundial, el consumo de pescado ha aumentado de un promedio de 9,9 kilogramos por persona en la década de 1960 a 19,7 kilogramos en 2013, con estimaciones para 2014 y 2015 por encima de 20 kilogramos.

Se trata de cifras inferiores a las corrientes en España, que es junto a Portugal y Japón el país en el que más pescado se consume del mundo: 42,3 kilos anuales. Pero el hecho de que cada vez más países acudan a la pesca como un recurso alimenticio clave está provocando lo que el capitán de la Guardia Costera estadounidense Jay Caputo no duda en calificar en un artículo como una “guerra global del pescado en ciernes”.

La lucha por el control de la pesca recuerda a la situación que desde los años 70 se vive con el acceso al petróleo

Las diez especies más productivas están en el límite de su capacidad y la demanda continúa aumentando en regiones políticamente inestables y con las fronteras poco claras o en disputa. Un cóctel de escasez e inseguridad que, como explica el director de Políticas Públicas de Vulcan Inc, Johan Bergenas, en un artículo publicado en NewSecurityBeat y compartido por el Foro Económico Mundial, el pescado parece ser la más nueva incorporación a la lista de recursos que impulsan los conflictos geopolíticos y la lucha por su control recuerda enormemente a la situación que desde los años 70 se vive con el acceso al petróleo.

Estos son los cinco paralelismos entre el pescado y el “oro negro”:

1. Es un recurso muy concentrado

Casi la mitad de la producción total de petróleo del mundo en 2017 provino de solo cinco países, y casi la mitad de las reservas se encuentran en Medio Oriente. Aunque los recursos pesqueros están algo más repartidos, el 60% de los atunes, por ejemplo, se capturan tan solo en las regiones occidentales y centrales del Pacífico.

Desde 1973, el petróleo está relacionado con entre el 25 y el 50 % de los conflictos intergubernamentales de todo el mundo. En opinión de Bergenas, el Pacífico podría ser el nuevo Oriente Medio del atún, con decenas de naciones compitiendo por un recurso valioso.

Pueden pasar desapercibidos, pero existen numerosos conflictos por el control de la pesca en el sur y sureste asiático, Latinoamérica y África, y nada hace apuntar que vayan a reducirse, sino todo lo contrario.

3. Es una herramienta de control político

De los embargos de la OPEP, a los cortes de suministro de gas a los que acostumbra con castigar Rusia, pasando claro por la mayor parte de conflictos en Oriente Medio, el petróleo lleva décadas siendo uno de las principales armas geopolíticas de los estados con acceso a éste y, por tanto, una fuente inagotable de conflictos.

China es el país más dependiente del pescado del mundo

De manera similar, la concentración de atún en el Pacífico ha hecho que la soberanía de esas aguas y el acceso a la pesca sea extremadamente valiosa. Con 22 pequeños estados insulares y territorios dentro de la región del Pacífico occidental y central, la sobrepesca y las disputas sobre el acceso y los derechos de pesca son comunes.

China, que es el país más dependiente del pescado del mundo, usa su flota pesquera, controlada como casi todo directamente por el Estado, como si fuera la tercera parte de su Armada. El gigante asiático no se anda con chiquitas: ha amenazado con la guerra si cualquier otra nación, incluidos los Estados Unidos, intenta excluirle de sus aguas circundantes.

Conflictos similares se libran en los caladeros africanos, cuya explotación afecta especialmente a España. El control, por ejemplo, de las aguas del Sáhara Occidental es motivo de disputa entre el Reino de Marruecos y el Frente Polisario. La justicia europea ha apuntado que el acuerdo pesquero entre la Unión Europea y Marruecos no incluye este territorio y, por lo tanto, los barcos de la unión, que realizan el 90% del trabajo en esas aguas, no podrán faenar en virtud de este. El tribunal no resuelve del todo la cuestión y su decisión no tiene efectos prácticos sobre la labor de los pescadores, pero constata el enorme quebradero de cabeza que supone el control de la pesca. Y los conflictos lejos de reducirse seguirán aumentando.

3. Un recurso finito

Aunque, en teoría, con unas políticas de cuotas adecuadas la pesca debería tener la capacidad de renovarse, lo cierto es que su sostenibilidad es hoy muy precaria. Como apunta Bergenas, casi el 90 % de las poblaciones de peces del mundo están completamente explotadas o sobreexplotadas, y algunos científicos estiman que en 30 años puede haber poco o ningún marisco disponible.

Si bien se espera que la producción pesquera, en gran medida impulsada por la acuicultura, aumente un 17 % para 2025, no se mantendrá al ritmo de la demanda, que se prevé que aumente en un 21 %.

A la sobreexplotación de las aguas habrá que añadir, además, un nuevo problema: el cambio climático, que afecta enormemente a la distribución de especies de aguas frías, y provocará tasas altas de extinción local en los trópicos y los mares semicerrados.

4. Una mercancía fundamental

Podría pensarse que, a diferencia del petróleo, que hoy en día siguen necesitando todos los países del mundo, la pesca es sustituible por otras fuentes de proteína –en muchas zonas de interior jamás se ha comido pescado–. Pero lo cierto es que mil millones de personas dependen actualmente del pescado para satisfacer sus necesidades nutricionales, y este número crecerá como lo hace la población, especialmente en los países en desarrollo.

El pescado es el producto alimenticio más comercializado en el mundo. Además de los aproximadamente 100 millones de toneladas que se consumen como comida cada año, los peces también proporcionan aceite, pegamento, alimento para animales y fertilizantes, y desempeñan un papel cada vez más importante en la investigación biomédica. Incluso sin contar la acuicultura, la pesca marina proporciona aproximadamente 260 millones de empleos en todo el mundo. Ni que decir tiene que si el sector colapsa nos encontraremos ante un problema de proporciones gigantescas, sobre todo en los países donde tiene más importancia la industria pesquera, como es el caso de España.

5. Un creciente mercado negro

Cuanto más escaso es un producto, más aumenta el número de actores que quieren ganar dinero con el mismo de formas espurias. Cerca del 8 % del petróleo que se extrae en el mundo acaba en el mercado negro y su explotación es la mayor fuente de ingresos de organizaciones como el Daesh, que, se calcula, gana unos 3 millones de dólares al día gracias a los yacimientos que controla en Siria e Irak.

Las organizaciones criminales explotan la peca para financiar sus otras actividades

Aunque el mercado negro del pescado tiene unas dimensiones absolutas mucho menores, en proporción es aún más grande. Se calcula que la pesca furtiva o irregular genera unos 36.000 millones de dólares al año, lo que supone en torno al 25 % del mercado legal.

Como ocurre con el petróleo, las organizaciones criminales explotan la peca para financiar sus otras actividades: los carteles mexicanos de la droga, por ejemplo, diversifican sus ingresos traficando con los peces totoaba, cuyas vejigas natatorias, que es considerado un remedio casi mágico por la medicina tradicional china, se venden por más de 8.5000 dólares el kilo.

En el Caribe está repuntando una las actividades históricas de la región: la piratería. Las crisis políticas y económicas que afectan especialmente a Venezuela, Nicaragua y Haití, están fomentando la criminalidad en unas aguas donde el propio pescado es ahora uno de los recursos más valiosos. Un estudio de dos años de la organización sin fines de lucro Oceans Beyond Piracy registró 71 incidentes importantes en la región en 2017, incluidos robos de buques mercantes y ataques a yates, un aumento del 163 por ciento en comparación con el año anterior.

El hecho de que se estén reduciendo las capturas está haciendo, además, que los pescadores de muchas regiones desfavorecidas utilicen sus barcos para otro tipo de actividades, a saber, transportar todo tipo de mercancías ilegales, principalmente armas y droga.

Imágenes | iStock/Anna & Michal/Dave See/José Pereira
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