Existen diferencias muy notables entre los cereales integrales y los procesados, no sólo en sabor, también en aporte nutricional. Podríamos definir a un cereal integral como el todo, es decir, un grano de trigo, maíz, etc., con las tres capas que lo constituyen, la capa del salvado, la del endospermo y finalmente la capa de germen.
Cada capa de un grano aporta una gran cantidad de nutrientes que son desechados por el proceso de refinamiento. Dicho proceso permite solamente que la zona del endospermo sea utilizada. ¿Qué es lo que se elimina?, eliminando la capa del salvado (fibra), nos perdemos además de la fibra, distintos nutrientes como la vitamina B, diversos ácidos esenciales, cobre, hierro y diversas proteínas entre otros. Eliminando la capa del germen desechamos un gran aporte de minerales o vitaminas entre otros nutrientes.
Se ha eliminado demasiado y todo por obtener un cereal refinado que aporta sólo una tercera parte de la riqueza que podríamos disfrutar. Además, hay que añadir un elemento muy importante que lucha contra los radicales libres presentes en nuestro organismo, los antioxidantes.
No son necesarias muchas razones más para que nos replanteemos el comer los cereales completos, sin desechar ninguna de sus partes. Los cereales integrales son fuente de salud y aporte proteínico que debemos tener en cuenta para incluir en nuestra dieta cotidiana.
Quizás al principio te pueda resultar un sabor un tanto extraño o fuerte, pero es por estar disfrutando siempre de un sucedáneo, que te hace percibir el verdadero sabor del cereal integral con más dureza. Es como el beber la leche que podemos encontrar en el supermercado y seguidamente empezar a beber leche de vaca recién ordeñada.
Si comienzas a consumir este tipo de alimento y no lo has hecho antes, conviene ir poco a poco, ya que pueden derivar molestias gastrointestinales debido a la falta de costumbre y a la dureza de los cereales. Para un buen funcionamiento de tu organismo, disfruta de los cereales integrales, sin duda lo agradecerás.
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