En alguna ocasión hemos probado la pota, también conocida como calamar gigante (y en algunos sitios com)o jibia, pero su textura y su sabor no nos ha acabado de convencer. De este cefalópodo sabemos que hay distintas calidades, pero nunca superan al calamar, de ahí que su precio sea inferior y que intenten darnos gato por liebre como sucede con la mozzarella.
Para abaratar costes, en las rabas de “calamar”, “calamares” a la romana, paellas, etc., incorporan la pota en lugar de auténtico calamar. Por eso siempre recomendamos leer las etiquetas de los productos antes de adquirirlos, si el envase dice “anillas rebozadas”, busca a ver de qué son las anillas.
Pero conozcamos un poco más la pota. Hay varias especies de la familia como la pota voladora, que es de tamaño pequeño o la pota argentina, a la que le otorgan mayor calidad. Fijándonos en sus propiedades nutritivas, éstas son como las del calamar, aporta proteínas, destacan las vitaminas B3 y B12, minerales como el fósforo, el potasio y el magnesio, y su bajo aporte en grasas.
Se puede encontrar pota en la pescadería en distintas presentaciones dependiendo de su tamaño, en anillas, en tiras, enteras… En la cocina es tan versátil como el resto, quizá la mejor forma para no echar en falta la calidad del calamar, es haciendo rabas, cortada en tiras, rebozadas y fritas.
¿Consumes pota en casa?, ¿cómo le sacas partido?