Rooibos, un té saludable

Esther Clemente

Colaborador

Soy una chica coruñesa, veterinaria de profesión y que por circunstancias de la vida acabé viviendo en Asturias donde llevo ya una buena temporada. Cuando me preguntan por qué me gusta tanto cocinar, siempre respondo lo mismo: "¡Por qué mi madre odia meterse en la cocina!".

Aunque popularmente se le conoce como “té rooibos”, lo cierto es que botánicamente no lo es. Y es que el rooibos procede de un arbusto endémico que crece de forma natural en Sudáfrica y no de la Camellia Sinensis, planta de la cual son originarios los distintos tipos de té. Por ello el rooibos no tiene en su composición cafeína, el componente excitante de estas otras hierbas, así que puede ser consumido sin los efectos negativos de esta sustancia, tales como nerviosismo y dificultad para conciliar el sueño.

Pero sin duda por lo que el rooibos está calando hondo entre los consumidores, es por sus propiedades antioxidantes debidas a los flavonoides presentes en su composición, así como por su gran cantidad de minerales sobre todo calcio y flúor, que hacen que se le atribuyan potenciales efectos beneficiosos para la salud. A pesar de que estudios de su composición química así como de su biodisponibilidad de principios activos, han manifestado que aunque sus efectos son interesantes aún no están demostrados científicamente al cien por cien, ya que su supuesto efecto antioxidante proviene del resultado de una gran mayoría de investigaciones in vitro y no en seres humanos.

De todas maneras está claro que el rooibos está haciéndose un hueco importante en la cultura de las infusiones y actualmente constituye el diez por ciento del mercado de té de hierbas, teniendo gran demanda entre las compañías multinacionales de alimentación que ven en él un ingrediente estrella para formar parte de muchos de sus productos.

Historia

La historia del rooibos en nuestra sociedad occidental se remonta a finales del siglo diecinueve cuando botánicos y exploradores ya habían dado referencias de un arbusto cuyas hojas eran consumidas como bebida caliente por tribus del sur de África. Hacia 1932 ya se incluyó en la clasificación de plantas medicinales procedentes de Sudáfrica, pero fue en la segunda guerra mundial cuando comenzó a ser consumido como infusión. Lo cierto es que durante cientos de años las hojas afiladas de este arbusto ya formaban parte de la medicina tradicional africana, usándose sobre todo para tratar alergias, problemas digestivos y eczemas en la piel.

Usos y preparación

La preparación del té rooibos es como la de otra infusión común. Se recomienda añadir una cucharilla de café de rooibos por taza a preparar, mejor en tetera y dejándolo reposar de dos a cinco minutos cuando es sin aromatizar y de cinco a seis minutos en los rooibos aromatizados. Como la hoja es muy menuda es mejor usar un colador de malla muy fina.

Su sabor es algo terroso, por ello es frecuente encontrarlo a la venta con otros ingredientes añadidos como frutas y especias o bien agregarle nosotros a la hora de la preparación azúcar, edulcorantes, leche, limón o miel. Se consume indistintamente frío o caliente.

Cada vez es más habitual verlo incluido en preparaciones culinarias sobre todo de repostería, en donde se usa para infusionar parte de los líquidos que constituyen la receta y así dar un toque distinto a nuestros postres. A nivel industrial se está incluyendo en bebidas refrescantes, yogures y otros alimentos funcionales, así como en cosmética para la fabricación de champú y jabones.

Yo lo he probado y la verdad tenga o no tenga tantas propiedades como dicen, constituye una alternativa saludable, ahora por ejemplo que llega el verano bien fresquito, a otras bebidas refrescantes y al clásico té o café con hielo. Y vosotros, ¿ya lo habéis probado?

Imagen | Moonlightbulb | Ignas Kukenys
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