En muchas ocasiones los niños disfrutan más de los postres que de los platos principales, y para aprovecharnos de eso, debemos ofrecerles dulces que además aporten diversos nutrientes.
Las frutas son un recurso muy favorable para los niños golosos dado su dulzor, otra opción son las gelatinas. La textura, los sabores y el colorido que ofrecen conquista a los más pequeños.
Muchos padres han pensado que la gelatina era una golosina, pero no es así, pues la gelatina es una sustancia de origen animal que aporta proteínas, aunque no son tan buenas como las de la carne, el pescado, los huevos o los lácteos, debido a que están faltos de algunos aminoácidos esenciales.
La gelatina se obtiene del colágeno que se encuentra en los huesos y en los tejidos de los animales, aunque como ya sabréis, también se puede optar por la gelatina vegetal.
A la hora de ofrecer gelatina a los niños, es preferible decantarse por la tradicional, pues hoy en día existen en el mercado diversas variedades a las que se les han añadido cantidades abundantes de azúcar, jarabe de glucosa o de fructosa, etc., mientras que las naturales son bajas en calorías y no contienen grasas. La recomendación es fijarse bien en el etiquetado del producto.
Para preparar una gelatina no tenemos mucha complicación, basta con añadir al producto en polvo agua, leche, yogur o zumos para lograr un dulce apetitoso, y si deseas aportar más vitaminas al postre o merienda de tu hijo, también puedes añadirle trozos de fruta, resulta muy práctico para darle a probar nuevos sabores.
Pero no pienses que este postre puede sustituir la ración fruta que debe consumir el niño, aunque siempre resultará más saludable que una tarta o cualquier tipo de repostería industrial.
Dada la sencillez de su elaboración, también es una excusa perfecta para introducir a tu hijo en la cocina, ¿os animáis?
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