El vinagre se ha convertido en un condimento casi indispensable en nuestra cocina. Bien sea para la ensalada, en la mayonesa, en salsa a la vinagreta y un largo etcétera.
Es un buen conservante dado el alto grado de acidez que tiene. De ahí su utilización con los pepinillos, alcaparras, banderillas, etc.
El efecto combinado de la acidez más el frío puede permitir que alimentos que no duran más de 24 horas crudos (pescado y algunas verduras una vez procesadas) puedan mantenerse en perfectas condiciones durante más de 15 días, pudiendo llegar, en los casos en los que las condiciones de la materia prima sean óptimas, a superar el mes de vida comercial.
Yo hoy, quiero destacar el vinagre de sidra o de manzana por ser más suave que el vinagre de vino, además de contribuir a la digestión a la vez que actúa como un ligero laxante.
Este vinagre es producido por la fermentación alcohólica y subsiguiente acetificación del zumo de manzana. Es probablemente después del vinagre blanco el más ampliamente utilizado en la cocina por su delicado y exquisito sabor.
A partir de ahora habrá que usarlo más en la cocina.
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