El arte de degustar, maridar y conservar un buen Ribera del Duero: guía práctica

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José Martí decía aquello de que en la vida hay que hacer tres cosas: plantar un árbol, tener un hijo y escribir un libro. Para muchos, esta lista debería ir acompañada de un propósito más, que es aprender sobre vinos. ¿A cuántas personas habremos escuchado decir que siempre han querido conocer más sobre variedades, maridajes, fermentaciones y todo este apasionante mundo?

Y es que no hay nada más erróneo que considerar el vino como un producto solo apto para privilegiados y entendidos. En realidad, el vino es el testigo de nuestra conexión más tradicional con la tierra, pero también es una excusa para reunirse, celebrar y, con suerte, degustar deliciosa gastronomía. Con las nociones necesarias, dejaremos de pensar en él como una asignatura pendiente y empezaremos a disfrutar sus matices, orígenes y sabores como realmente se merece.

La Denominación de Origen Ribera del Duero, una de las más conocidas de nuestro país y de las más aplaudidas internacionalmente, propone una guía práctica de lo más didáctica para tratar, maridar y conservar el vino de la forma más correcta. De la mano del sumiller David Robledo y de otros expertos en enología, descubrimos las claves de este producto rey, omnipresente en cualquier buena mesa que se precie e imprescindible para hacernos vivir un sinfín de recuerdos y sensaciones.

Lo primero, la conservación

Es maravilloso ese momento en el que empezamos a interesarnos por los vinos y adquirimos diferentes botellas para probar y saber bien qué es lo que nos gusta. Sin embargo, también es muy frecuente cometer el error de no conservarlas correctamente. Al fin y al cabo, tratar el producto con cuidado es una forma de mostrar aprecio por las personas que están implicadas en el proceso de elaboración, que en ocasiones se extiende durante años de trabajo e investigación.

¿A que no guardarías un jamón o un buen queso a la temperatura incorrecta? Lo mismo ocurre con los vinos, que deben conservarse en lugares frescos, con poca oscilación de temperaturas y con escasa exposición a olores, como los de los alimentos que preparamos en las cocinas o el humo de los coches en cualquier garaje.

Descorchar la botella de Ribera del Duero: siempre con cariño

Ribera Duero Corcho

Abrir una botella no tiene gran complicación, pero sí que puede darnos mucha información sobre el vino que vamos a tomar. Lo más habitual es apoyar la botella en la mesa, cortar la cápsula por debajo del gollete y utilizar un sacacorchos tradicional para extraer el corcho. Su olor será clave para conocer el estado del vino. Si percibimos aromas a moho, a tierra o a hongo en el corcho, con toda probabilidad, el vino no estará en sus mejores condiciones.

Por otro lado, también es posible que el corcho se deteriore con el paso del tiempo, por lo que tendremos que recurrir a otro tipo de abridores, como el de láminas. En el caso de botellas más envejecidas, cuyo corcho genere una importante resistencia, podremos recurrir al sacacorchos Durand, que combina ambos métodos, tal y como muestra David Robledo en este vídeo.

Decantarse por decantar, todo un acierto

Este puede parecer un proceso solo apto para profesionales y apasionados del vino, pero también puede ser todo un acierto para disfrutar su sabor y contrastes en todo su esplendor. El decantado no es otra cosa que trasladar el vino de la botella a otro recipiente, el decantador, para airear vinos cerrados o para eliminar posibles sedimentos en vinos más longevos, como los reserva.

Hay que tener bien claro el objetivo, porque de ello dependerá la técnica de decantado: bien sea el llamado ‘jarreo’ para airear o una decantación delicada para trasvasar el contenido y dejar atrás los sedimentos. Es una manera estupenda de tomar el vino en óptimas condiciones y de motivarnos a descubrir maravillas como los grandes reservas de Ribera del Duero.

El vino y la copa: ¿estoy acertando con la temperatura?

Ribera Duero Copa

Invertir en un juego de copas adecuado es una de las mejores decisiones que podemos tomar para seguir aprendiendo. Podemos adquirir copas grandes, de cristal fino, que no llenaremos a más de un tercio de su capacidad. Esto nos facilita el agitado en mano de la copa, ideal para airear el vino y obtener todo su sabor y aroma, así que mejor nos olvidarnos de esas escenas del cine en las que las copas se llenan prácticamente hasta el tope.

En cuanto a la temperatura, el uso de neveras domésticas nos suele hacer cometer errores como enfriar demasiado. En la medida de lo posible, debemos intentar consumir los vinos blancos a 10ºC, los rosados a 12ºC, los tintos jóvenes a 15ºC y los vinos con crianza a unos 16ºC o 17ºC.

La cata: el momento de aprender

Ribera Duero Cata

La cata es uno de los momentos más bonitos e interesantes cuando se trata de vinos. Es todo un proceso de comunicación entre un ente vivo, como es el vino de Ribera del Duero, con nuestras sensaciones, recuerdos y reminiscencias. A nivel técnico, se compone de tres fases: el análisis visual, la prueba olfativa (a copa parada y a copa agitada) y la prueba en boca.

Este es un momento de disfrute, de emoción y de aprendizaje. La cata nos ayuda a desarrollar nuestros sentidos lo máximo posible, lo que también podremos aplicar más adelante en otras prácticas como el maridaje.

Maridar, el arte de equilibrar sabores

Si hay una forma perfecta para crear una experiencia gastronómica es a través del maridaje. En esta combinación de sabores y aromas, tanto plato y como vino se realzan con una mezcla de sensaciones muy acertada. El objetivo es tan simple como lograr que el Ribera del Duero sepa mejor y el plato de comida muestre todo su poderío.

Aunque un consejo general es siempre probar y experimentar, podemos partir de varios tipos de maridajes clásicos. El más habitual es por afinidad, basado fundamentalmente en sabores y aromas. Otro muy común es el maridaje por proximidad, que sería en base a una gastronomía local, como ocurre con el lechazo tradicional y un reserva de Ribera del Duero. Ambos son claros referentes de la identidad culinaria de la zona y han sido concebidos para disfrutarse en conjunto prácticamente desde sus más humildes orígenes.

D.O. Ribera del Duero, un compromiso con la tradición y la tierra

Vinedos Ribera Duero

Cuando aprendemos sobre vinos, no solo debemos tener en cuenta el aspecto práctico, sino que debemos poner en valor la herencia cultural y el esfuerzo por mantener vivas las tradiciones que hoy nos permiten disfrutar una Denominación de Origen como Ribera del Duero.

Pocos productos definen tan bien la esencia de un lugar, de su terruño, de las idas y venidas del clima y de las manos que trabajan para obtener un vino de primera categoría. En los viñedos de Ribera del Duero se viven momentos mágicos, como el paso de las estaciones de frío y la llegada de la vendimia, que nos regala manjares naturales como la uva tempranillo, una de las protagonistas centrales en el color, el aroma y el sabor de sus vinos.

Sus diferentes variedades son también el resultado de un estudiado proceso de fermentación, hoy en día más mecanizado, pero que sigue manteniendo el concepto de elaboración original. Y su crianza en barrica, que funciona como un auténtico laboratorio en favor de los sabores, la personalidad y la armonía, representa el noble arte de la enología, en el que el equilibrio lo es todo.

¿Su resultado? Vinos sorprendentes, que representan el tesón y el empeño de los productores y agentes implicados en la D.O. Ribera del Duero, capaces de convertir simples cepas en todo un universo de sensaciones en boca.

Imágenes | Ribera del Duero



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