Esta semana hemos sabido que la empresa estadounidense Tyson Foods, el mayor comercializador de carne de EEUU (y el segundo del mundo), se ha convertido en uno de los principales inversores de Memphis Meats, una start up de Silicon Valley que trabaja recreando proteínas animales en el laboratorio. Esto es, produciendo carne sintética.
Se trata esta de una industria creciente, que ha atraído el interés de millonarios como Bill Gates o Lika-shung, el tercer hombre más rico de Asia, y que pronto podría empezar a competir con la industria tradicional del procesado de carne, que está empezando a tomarse el asunto en serio.
Hasta hace muy poco tiempo, ser vegetariano –no digamos vegano– era una excentricidad que la mayoría de la población ni si quiera entendía. Hoy, según un informe elaborado por la consultora Lantern, el 7,8% de la población adulta que reside en España asegura no comer productos animales.
Aunque se trata de un estudio con una muestra relativamente pequeña (2.000 encuestas telefónicas), no cabe duda de que el movimiento vegetariano crece de forma imparable en todo el mundo. En países como Holanda o Suecia el porcentaje de población vegetariana ronda ya el 18% y en Reino Unido se calcula que, en solo una década, el número de población que se declara vegana ha crecido en un 360%.
Es muy probable que, además, en las próximas décadas el precio de la carne se eleve de forma notable. El crecimiento de la población ha elevado su consumo mundial en más de un 500% entre 1992 y 2016, y su producción contamina ya más que todos los coches, aviones y barcos del mundo juntos. Un impacto medioambiental y sobre la salud, difícil de ignorar, que muchos auguran se tratará de reducir con medidas fiscales: esto es, poniendo impuestos a la carne para desincentivar su consumo. En definitiva: el veganismo dejará de ser una cosa de hippies y se acabará promoviendo desde las instituciones.
En busca del perfecto sustituto de la carne
Aunque hay vegetarianos que abandonan el consumo de carne y pescado sin demasiado sufrimiento, la realidad es que la amplia mayoría lo hace por una convicción moral y echa de menos estos sabores.
Y la industria alimentaria no es ajena a esto. Los productos veganos que tratan de sustituir a la carne son cada vez más habituales en supermercados y restaurantes, y hasta McDonald's –la bestia negra del colectivo– ha lanzado una hamburguesa vegana en sus restaurantes de Suecia y Finlandia.
Muchas personas con ciertas tendencias vegetarianas –el clásico “me da pena, pero está tan rico…”– dejarían de comer carne tranquilamente si los sustitutos a la proteína animal no fueran solo el tofu, los garbanzos o el seitán. La industria lo sabe, y la búsqueda de una carne artificial que realmente sepa a carne es ya el objetivo de decenas de empresas que, como en el caso de Memphis Meats, están despertando el interés de las grandes multinacionales, que no quieren perder comba en lo que podría ser la próxima revolución de los supermercados.
Aunque las investigaciones para recrear la carne animal en el laboratorio datan de finales de los años 90 –cuando la NASA empezó a explorar nuevas formas de alimentar a los astronautas–, fue en 2013 cuando se presentó al mundo la primera hamburguesa de ternera sintética, creada por un grupo de investigadores de la Universidad de Maastricht (Holanda), dirigidos por Mark Post, a través de células madre del hombro de una vaca.
Se calcula que la fabricación de esta primera hamburguesa sintética costó 225.000 dólares, pero el proceso se ha abaratado enormemente desde entonces. En realidad, los elementos básicos de esta ciencia tienen décadas de antigüedad, y son los mismos que se utilizan en medicina para cultivar células y tejidos humanos. De hecho, el CEO de Memphis Meats, Uma Valeti, aprendió la técnica cuando trabajaba como cardiólogo residente en la Clínica Mayo.
Otras empresas como Beyond Burguer o Impossible Foods –ambas con el aval financiero de Bill Gates– han conseguido recaudar la friolera de 275 millones de dólares para explorar la creación de sustitutos de la carne a través de proteínas vegetales.
Estas compañías tienen el mismo objetivo, pero transitan otro camino: creen que la carne sintética está lejos de poder producirse en masa, y ven más sencillo lograr imitar el sabor de esta con todo tipo de productos vegetales, procesados hasta el límite. La Beyond Burguer, por ejemplo, está fabricada con proteínas de guisante, extracto de levadura y aceite de coco, una mezcla a la que se le añade zumo de remolacha para darle un color rojizo similar al de la carne de ternera.
Los veganos ante un dilema moral
Aunque los movimientos veganos aplauden en general este tipo de iniciativas –la ONG Peta, el mayor colectivo del mundo en defensa de los derechos de los animales, ofreció en 2008 un premio de un millón de dólares al primer grupo que produjera con éxito carne sintética comparable y comercialmente viable–, la entrada en el negocio de las grandes multinacionales de la industria alimentaria está levantando ampollas.
La revista británica Ethical Consumer, ha publicado recientemente una lista de marcas “veganas” que, asegura, son propiedad de grandes compañías que realizan lo que a su juicio es “explotación animal”. Es el caso de marcas como Alpro, la líder en fabricación de leches vegetales, que en Reino Unido es propiedad de Danone y en España es comercializada por Central Lechera Asturiana.
En opinión de los editores de la revista, “es genial que mucha gente esté cambiando a dietas veganas. Sin embargo, le estamos pidiendo a las personas que sean veganos entendidos y, como nuestra investigación ha demostrado, reconozcan que no todas las compañías que venden marcas veganas mantienen principios veganos”.
Bajo esta premisa, la carne sintética financiada por la industria cárnica no comulga con los principios veganos, pero ¿hay otra alternativa? Para el CEO de Memphis Meat la decisión es clara. “Queremos seguir construyendo alianzas y ser inclusivos”, ha asegurado a Fortune. “Tomar un enfoque divisivo en esto no va a ser útil para nosotros y para todos los demás”. Si para producir su carne sintética hay que contar con una de las empresas que más animales sacrifica del mundo, que así sea.
Imágenes | Memphis Meat/McDonalds/Universidad de Maastricht/Pixabay
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