Otro MasterChef es posible. En Australia

En la versión australiana, si un concursante se marcha voluntariamente le dan ánimos, no la bronca

“Tío, sé que esta no ha sido una decisión fácil de tomar. Y todos queremos que sepas que todas y cada una de las personas de esta cocina está muy orgullosa de ti”.

Con estas palabras, uno de los jueces de la edición australiana de MasterChef, despedía a un concursante que, como antes de ayer ocurrió en la edición española, decidía abandonar voluntariamente el concurso por la presión que conllevaba.

Lo anuncia él. Y no falta espectáculo. Sigue siendo un programa de televisión. Las cámaras enfocan al resto de concursantes llorando. Pero el discurso está, como Australia, en las antípodas.

“Te vamos a echar de menos”, añadía otro de los miembros del jurado. “Sois un amor”, agradecía el concursante. “Aprecio todo lo que me habéis dicho, pero, simplemente, no puedo seguir”.

El escenario es parecido, incluso la realización, pero el mensaje es totalmente distinto. Lo que en MasterChef España, un programa que presume de ser una feroz competición individualista, es un agravio, en Australia es una decisión personal que se respeta.

El concursante, de hecho, volvió a presentarse dos años después al programa y ganó el concurso.

Un formato, decenas de programas

MasterChef es un concurso original de la televisión británica, que se ha adaptado en decenas de países, con formatos muy distintos.

En España lleva 12 temporadas –34 si contamos todas las versiones con famosos o con niños del concurso–, pero en Australia va por la 15ª y ya se ha anunciado una 16ª.

Ahora bien, allí el programa poco tiene que ver con lo que ocurre en España. En Australia MasterChef se plantea más como una competición convencional que como un reality.

En las rondas iniciales se enfrenta un gran número de concursantes de toda Australia que presentan un plato libre ante los tres jueces para ganar uno de los 50 lugares en las semifinales. A partir de aquí, el concurso es más parecido al de España, con la salvedad de que –como es habitual en el resto de MasterChef del mundo–, el programa se centra más en la cocina en sí que en la faceta de reality: los concursantes van pasando por una serie de desafíos de cocina individuales y en equipos y rondas eliminatorias semanales hasta llegar a la final.

La edición española de MasterChef, aunque es una de las más exitosas, es la más alejada del formato original: prácticamente nada de lo que siempre criticamos del concurso español se da en otros países.

Como explicaba Liliana Fuchs con respecto al MasterChef estadounidense, conducido por Gordom Ramsay, y uno de los más exitosos: los programas son siempre más cortos, los jueces no interrumpen constantemente a los concursantes y, sobre todo, no se busca constantemente el conflicto.

Otro MasterChef es posible, pero dudo que lo veamos en España.

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