Es un hecho que fotografiar comida está de moda. Hace ya tiempo que la fotografía culinaria se convirtió en un deporte internacional y que se cuentan por miles quienes lo practican, en mayor o menor medida. Unos suben a las redes fotos tomadas de forma espontánea y rápida con sus teléfonos móviles, mientras otros mimam sus composiciones como auténticos profesionales.
Si tuviera que identificarme con un grupo, me incluiría en el segundo. Cuando se trata de fotografiar comida, prefiero utilizar mi cámara réflex y hacerlo en la seguridad de mi entorno, con mis bártulos, platos, fondos, etc. De esta manera me aseguro de obtener imágenes con resultados aceptables y estilo propio.
Cinco principios sencillos, pero eficaces, para fotografiar comida con estilo propio
Ando muy lejos de ser una profesional de la fotografía culinaria, y no lo pretendo, de modo que no voy a ofreceros recomendaciones técnicas sobre ello. No obstante, aunque mi aprendizaje sobre la materia ha sido lento y ajeno a toda formación formal, considero que fotografiar comida con estilo propio es posible si aplicamos estos cinco principios sencillos pero eficaces.
Platos sencillos
La comida luce mejor sobre platos monocromáticos. Mejor de colores claros, sobre todo el blanco, aunque yo soy una enamorada del negro, pues creo que da mucho juego, no sólo en los platos sino también en el fondo y los complementos. Las notas de color, que aportan distinción a las fotos, mejor de la mano de un servilletas, hierbas, flores u otros artículos decorativos.
Estilo propio
Es importante que los fondos, adornos y complementos reflejen vuestro estilo y personalidad, así como que la temática elegida se mantenga en nuestras imágenes. Sea cual sea nuestro estilo, retro, vintage, moderno, country chic, etc, hay que ser constantes. No importa si repetimos adornos y fondos en las fotos, esto tiene algo de positivo: serán identificadas como nuestras al instante.
Presentación inusual
Emplatar nuestras elaboraciones para fotografiarlas es lo que, por regla general, se considera "normal o esperado". El resultado final puede resultar muy atractivo, pero resulta más impactante presentar comida de una manera inusual: fotografiando sólo una porción del conjunto, mostrando la comida en la fuente del horno, sujentándola entre las manos, colocando el plato sobre una pila de libros, etc.
Menos es más
Siempre he pensado que sobrecargar de comida un plato es un error. Una de mis máximas a la hora de fotografiar es menos es más. Una única galleta, un solo pastel de hojaldre o un par de rosquillas solitarias son suficientes para llenar la fotografía por sí solas. Si permitimos que el objeto fotografiado respire, dejando espacio alrededor, nuestras creaciones se ven de lo más apetitoso.
Incorporación de movimiento
La imagen estática de un plato de comida puede resultar aburrida, pero esto tiene una solución sencilla. Basta con incorporar movimiento a la misma para que el mismo objeto resulte mucho más interesante y atractivo. Siempre que puedo y se dejan, utilizo a mis hijos para ello. Si no lo consigo, procuro apañármelas sola utilizando el disparador automático de la cámara.
Además de estos cinco sencillos, pero eficaces, principios para fotografiar comida con estilo propio existen otros muchos. Por ejemplo, el uso de frutas y verduras frescas, coloridas y en perfecto estado, el añadido de hierbas y/o plantas a la decoración de nuestras composiciones, entre otros. Sin olvidar dedicar tiempo a ver fotografías y estudiar el trabajo de otros para aprender cómo hacer el nuestro de forma más efectiva.
Imagen | Hideya Hamano en Flickr
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