Cuando un camarón tenga el precio de una langosta: así está afectando el cambio climático al precio del marisco

El agua del mar se está calentando. Según los datos que tenemos y que se remontan a septiembre de 1973, la superficie de los océanos se han calentado a razón de 0,03 grados cada año. Y, contra todo pronóstico, la primera consecuencia es que nuestras pescaderías van a cambiar de forma radical.

No solo es que el calamar se va a convertir en el rey y que es posible que el famoso fish and chips británico acabe haciéndose con salmonetes. Es que el cambio climático y la contaminación que vertimos a los mares va a hacer que el precio del marisco se ponga por las nubes.

Estamos asfixiando a los organismos marinos

Y la clave de todo esto es la hipoxia marina; es decir, en las bajas concentraciones de oxígeno (menos de dos miligramos por litro) que hay en los océanos. Aunque las concentraciones de oxígeno son algo variable (y existen especies optimizadas para vivir con bajísimas cantidades), lo que estamos comprobando ahora es que la acción humana promueve la hipoxia marina con consecuencias fatales.

Por un lado, el cambio climático está haciendo que las temperaturas del mar aumenten y que, como consecuencia, la gran mayoría de organismos marinos tengan que consumir más oxígeno para mantener su metabolismo. Por el otro, la cada vez más importante contaminación de los ecosistemas acuáticos aumenta, con los vertidos de nitrógeno o fósforo, la cantidad de microorganismos que consumen el oxígeno disuelto.

Esto que puede ser una catástrofe ecológica, va a notarse sobre todo en el precio de las pescaderías. La hipoxia tienda a hacer que los ejemplares crezcan más lentamente y que el precio también crezca, aunque mucho más rápido.

El camarón del golfo de México

Hasta ahora era una cuestión teórica porque como explica Martin D. Smith, profesor de la Universidad de Duke, "aunque los estudios demuestran los efectos ecológicos de la hipoxia, las consecuencias económicas no se habían determinado hasta ahora". Para conseguirlo el equipo de Smith ha monitorizado tanto los precios de estos crustáceos y otros mariscos como la hipoxia estacional de las aguas del Golfo

Las conclusiones son claras: cuando las concentraciones de oxígeno son mínimas, el precio de los camarones grandes aumenta y el de los camarones pequeños se derrumba. Es decir, han confirmado que los precios del camarón son uno de los mejores indicadores de los niveles de oxígeno en las aguas del Golfo de México.

Es cierto que el alcance del estudio no es tan generalizado como nos gustaría. La hipoxia estacional del Golfo de México es un fenómeno masivo y muy generalizado. Sirve como "experimento natural", pero los efectos reales de la contaminación y el calentamiento del mar son mucho más difíciles de calcular.

No obstante, los datos están ahí. Si no nos faltaban razones para preocuparnos por el calentamiento climático y la destrucción de los ecosistemas marinos, ahora tenemos una razón extra: las cenas de Navidad.

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