¿Distinguirías la comida de McDonald's de comida orgánica? Pues hay algunos que no lo tienen tan claro

Esther Clemente

Colaborador

Soy una chica coruñesa, veterinaria de profesión y que por circunstancias de la vida acabé viviendo en Asturias donde llevo ya una buena temporada. Cuando me preguntan por qué me gusta tanto cocinar, siempre respondo lo mismo: "¡Por qué mi madre odia meterse en la cocina!".

Debo de reconocer que cuando me enteré de esta noticia no pude menos que esbozar una sonrisa. La historia me recordaba cuando a un reputado grupo de entendidos en vino les daban a probar en una cata a ciegas caldos de grandes cosechas frente a un humilde vino de tetra brick, otorgando casi todos ellos sin dudarlo la mayor puntuación a este último.

Así que debe de ser cierto que comemos más con los ojos y las palabras, que con la boca y el gusto, y que cuando estamos predispuestos de antemano que algo debe de ser rico, sano, natural o caro, nos parece todo mejor, aún siendo simplemente comida que en otras ocasiones es denostada.

La historia se desarrolla cuando dos humoristas holandeses creadores de un programa televisivo en clave de humor se plantaron con su stand de comida orgánica alternativa en la Feria Gastronómica de Houten, en los Países Bajos,.

Hasta aquí todo seria normal si no fuera porque lo que ellos iban a ofrecer al público no era más que varias especialidades de la cadena de hamburguesas McDonald’s partidas en pequeños trozos y colocadas en bandejas, haciéndose pasar por dos cocineros propietarios de un singular y prestigioso restaurante inexistente.

Ellos, desde su programa Lifehunters, querían demostrar que muchas veces apreciamos la comida no solo por su sabor, sino también por su aspecto e incluso el lugar donde se come. Y lo consiguieron.

Muchos foodies reconocieron, en la entrevista que los humoristas les hicieron después de probar la comida, que eran unos bocados deliciosos, describiendo esa “comida orgánica” como muy sabrosa en boca, o con frases tales como "es puro, es un producto orgánico muy sabroso", "la estructura es muy buena" o "es agradable cómo el sabor te envuelve la lengua” entre otras muchas alabanzas.

De aquí se pueden sacar dos conclusiones según el prisma con el que se miren las cosas, que la comida de las cadenas rápidas es más sabrosa de lo que pensábamos aunque no sea demasiado saludable, o que como decían las abuelas “comemos más con los ojos que con la boca” y en este caso tendríamos que añadir también con la cabeza que consigue ponernos en situación.

Imagen | Wikimedia Commons
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