Si algo me gusta de la cultura japonesa es esa humildad que le lleva a ese maravilloso mimetismo que ha sido siempre tan próspero.
Si algo ven y les gusta no dudan en copiarlo y, si se puede, mejorarlo. Si no lo pueden copiar, se van a por ello sin pensarlo dos veces, y siempre encuentran gente emprendedora que les ayude.
Este es el caso de la Industria Gastronómica Cascajares, empresa que lleva exportando platos cocinados y envasados al vacío de nuestra gastronomía al país del sol naciente con cierta asiduidad.
Antes fue el capón asado al aroma de tomillo, la perdiz escabechada o las sabrosas y desconocidas (incluso aquí) crestas de gallo, pero ahora los japoneses se han fijado en otro producto estrella de nuestra cocina: el cochinillo.
La intención es elaborarlo artesanalmente y envasarlo al vacío para que una vez descongelado pueda ser consumido inmediatamente sin necesidad de que sea necesaria nada de elaboración, lo cual redunda en una menor utilización de mano de obra. Bueno, bonito y barato...
Y es que cuando uno confía en el producto propio, va con él hasta el fin del mundo, y en el caso de España podemos decir sin temor a que se nos tilde de chauvinistas que tenemos mucho que ofrecer y no siempre explotamos el potencial del que parecemos disponer.
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