Está claro, después de un estudio realizado por la Organización de Consumidores y Usuarios (OCU), el 35% de los supermercados de nuestro país no cumplen con una buena conservación, según lo que marca la legislación, de los productos refrigerados ni congelados.
En este estudio se han encontrado con desviaciones de temperaturas de hasta 10 grados por encima de la temperatura óptima de refrigeración. Un ejemplo serían los platos preparados refrigerados y embutidos, en donde se han llegado a detectar lineales de refrigeración con temperaturas de hasta 21 grados, más del doble de la que debían de tener. Todo esto puede dar lugar como es lógico al desarrollo de bacterias como el Campylobacter, que crece hasta alcanzar dosis mínimas infectivas provocando cuadros de gastroenteritis severas así como casos aislados de artritis, con el consiguiente peligro sanitario que eso conlleva. En este estudio los resultados ponen de manifiesto que las alteraciones más graves, en relación a la conservación de los alimentos en refrigeración y congelación, se encontraron en supermercados de Pamplona y Palma de Mallorca, que fueron los que quedaron peor valorados al contrario que Toledo, Barcelona y Badajoz que pasaron el examen con la mejor nota.
En el caso de productos congelados los resultados fueron un poco mejores. Según marca la ley, los productos ultracongelados deben estar a temperaturas de 18 grados centígrados bajo cero, permitiéndose un amplio margen de hasta seis grados por encima. Tras el estudio, la OCU encontró que más de la cuarta parte de los alimentos analizados superaban esos niveles. Si bien en la congelación el riesgo sanitario es menor, pues casi no hay microorganismos que se desarrollen a esas temperaturas, nos hace pensar en conclusión que hay poco control por parte de los supermercados con este tipo de productos.
Todos estos fallos se podrían mejorar si se implantara un correcto sistema de seguridad alimentaria, que comenzaría en la granja y terminaría en la mesa. Desde 1996 es obligatorio que todas las empresas alimentarias cumplan con un sistema de seguridad en la alimentación, pero por lo que se deduce en este estudio o no está bien implantado o no está bien vigilado por los organismos competentes.
Nosotros como consumidores cuando compremos alimentos refrigerados o ultracongelados es muy importante no romper la cadena de frío. Para ello se deben de dejar para el final de la compra este tipo de productos, mirando su fecha de caducidad y descartando aquellos que estén apelmazados y con escarcha. Lo mejor para su transporte serían las típicas bolsas isotérmicas o en su defecto meterlos en dos bolsas de plástico envolviendo el alimento en papel de periódico, guardándolos sin demora en el frigorífico o en el congelador, una vez llegados a casa.
Imagen | Yumtan en Flickr
Vía | OCU
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