Hay que ver como ha evolucionado la vestimenta de los cocineros en los últimos años. Cuando esta menda trabajaba frente a los fogones, poca variación se podía hacer en los uniformes, entrabas a La Gloria y allí podías elegir entre chaquetilla blanca de verano y chaquetilla blanca de invierno… o decidirse entre pantalón de cuadro pequeño o pantalón de cuadro grande. Y para la cabeza, gorro largo o gorra, y por supuesto, blancos inmaculados. Tampoco pasábamos mucho tiempo pensando en nuestro look, por encontrar alguna ventaja.
En los últimos años se ha vivido una despertar lleno de color e imaginación en los uniformes para este oficio tan duro y sacrificado: chaquetillas, pantalones y gorros de colores, con estampados muy locos, que han compuesto uniformes muy divertidos. A todo este festival de forma y color se suman los gorros de Celina, diseñados y hechos por ella misma llenos de personalidad y alegría.
Parecen hechos para reinar junto a las cazuelas, para trasmutarse en un monarca del fogón, llenarse de flores la imaginación o sentirse un icono pop salsero. A mí me han conquistado, ya sea para cocinar de manera profesional, o para los amigos en casa, contagian optimismo y buen rollo a primera vista.
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