La temperatura es muy importante a la hora de degustar una elaboración gastronómica, una bebida, un plato puede estar en su punto, pero si la temperatura no es la correcta nunca sentiremos su auténtico sabor. Una cerveza siempre nos sabe mucho mejor si está fría ¿verdad?. En nuestra lengua hay más de 10.000 papilas gustativas y cada papila consta de unas cien células que pueden identificar cualquier sabor.
Científicos de la Universidad Católica de Lovaina, en Bélgica, han conseguido identificar unos canales microscópicos que se encuentran en las papilas gustativas y a los que han denominado TRPM. Estos canales pueden potenciar la identificación de los sabores en el cerebro en función de la temperatura de las bebidas o alimentos que vayamos a tomar.
Según este equipo de científicos, las bebidas frías disminuyen la percepción del sabor y las cálidas lo aumentan. Estos canales envían señales eléctricas al cerebro, dependiendo del estado de temperatura de lo que estemos ingiriendo, la señal eléctrica se potenciará o disminuirá.
Algo muy curioso que se desprende del artículo es la afirmación de Karen Talavera, uno de los científicos participantes en la investigación, nos explica que los fabricantes de productos alimenticios conocen muy bien la facultad que tiene el frío para disimular el gusto de un determinado alimento. A esto le podríamos llamar el arte de la manipulación de la temperatura para que no descubramos el verdadero sabor de un determinado producto.
Este descubrimiento va a permitir modular los sabores de algunas comidas procesadas y así por ejemplo, comidas que no son aceptadas por su sabor pero que tienen un gran valor nutritivo, como es el caso de la verdura y los niños, serán aceptadas por ellos gracias a esta modulación.
Vía | Consumaseguridad