Seguro que si a cualquier ciudadano del mundo le preguntasen donde se tomaría una sangría, automáticamente se le vendría a la cabeza tanto España como Portugal, y probablemente no pensaría en otro lugar de la Unión Europea. Calor, tardes de sol y algo fresquito para beber, la sangría conquista, sobre todo en verano, a todo aquel que la prueba. Y es que, ¿hay algo más tradicional en nuestro país qué tomarse una sangría?
Por ello y tras dos años de negociaciones, el pasado día 14 de enero el Parlamento Europeo ha dado el visto bueno al uso exclusivo de la denominación “sangría” para identificar la bebida que ha sido producida en España y Portugal. Refiriéndose también esta norma al etiquetado y a la protección de las indicaciones geográficas protegidas de los productos vinícolas aromatizados.
No será éste el único cambio para que los productos etiquetados como sangría puedan seguir llamándose así, ya que también se ha establecido que el grado de alcohol mínimo baje de los 7 grados a los 4,5, ampliando así la libertad a los fabricantes para hacer sus composiciones.
Por esta nueva norma no se impedirá que otros países miembros elaboren esta bebida, pero entonces tendrán que denominarla “bebida aromatizada a base de vino”, seguida obligatoriamente del país de donde proceda.
Con esta medida tomada a cabo en Bruselas se tendrá como objetivo proteger el término sangría, cuyo origen nació en España y Portugal, y así intentar hacer justicia a una de nuestras bebidas más tradicionales.
En nuestro país la definición de sangría se había establecido en 1972, refiriéndose a ella según la legislación vigente en España, como una bebida "compuesta de vino tinto y agua natural o carbónica, con zumos, extractos o esencias naturales de frutos cítricos y con adición o no de azúcares". Posteriormente en Europa se estableció una legislación que data de 1991, pero sin ligar esta bebida a la Península Ibérica, tal y como se hará a partir de ahora.
Cada estado miembro tendrá de plazo un año para aplicar la norma, la cual también circunscribe a nuestro país el uso de la denominación “clarea”, o sangría de vino blanco. De esta manera no se impedirá que cada país fabrique sus propios vinos aromatizados, pero de esta manera una de nuestras bebidas más tradicionales no tendrá que competir en igualdad de condiciones con las de otros países donde no es autóctona.
Imagen | Maureendidde
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