La Dieta Mediterránea existe

O eso dicen , al menos, desde el VI Congreso Internacional sobre la Dieta Mediterránea. Y no sólo que existe, sino que su bondad es tal que prolonga la vida de quien la lleva a cabo, reduce el riesgo de adquirir cáncer de mama y, en definitiva, es altamente beneficiosa para el cuerpo humano.

Que esto es cierto es algo que yo no pongo en duda en absoluto, lo que yo empiezo a ver con ojiplático asombro es de qué manera se nos llena la boca cada vez que hablamos de una dieta que ninguneamos desde las propias orillas del Mediterráneo.

No sólo proliferan los alquimistas del fast food al más puro estilo de la leyenda negra de Lucrecia Borgia, sino que aquellos ingredientes básicos de la cacareada dieta mediterránea son básicamente sólo aptos para sacrificados y ricos. El aceite por las nubes, un tomate que no parezca plastificado es prohibitivo, y el ajo está increiblemente desprestigiado.

Ya no es sorpresa torcer el gesto cuando uno va a un bar a desayunar y una cantidad obscena de gente prefiere una tostada con mantequilla a una con aceite de oliva y un buen puré de tomate. Ya no es sorpresa ver cómo el común de los mortales prefiere arriesgar su salud en una franquicia Tex-Mex antes que acabar en una tradicional casa de comidas a degustar un cocido casero.

El problema no es que la dieta mediterránea no sea buena, que es excelente, el problema es que no se promueve. Se publicita la alta cocina, esa que para poder pagarla requiere de sacrificios infrahumanos, se destinan grandes recursos a que dejemos de fumar pero nuestros niños odian la verdura y están cada vez más gordos.

Las nuevas costumbres dietéticas giran en torno a un eje: estoy muy cansado, así que prefiero no discutir demasiado con el niño. Si no le gustan las judías verdes, que no las coma.

No tenemos tiempo ni para cocinar ni para inculcar los valores dietéticos fundamentales que debe recibir un niño; en resumidas cuentas, no educamos el paladar de una manera natural como se ha hecho tradicionalmente en primer lugar porque las tareas domésticas (entre las que guisar tiene un lugar preferente) han estado muy desprestigiadas desde hace ya bastante tiempo y en segundo lugar porque hacer todo esto nos lleva un tiempo del que no disponemos y unos conocimientos que rara vez tenemos los que no hemos cumplido ya una cierta edad.

Ya que la sociedad actual nos impide en gran medida favorecer una mejor maduración del paladar de nuestros hijos y, por tanto, mejorar su salud en acto y en potencia, al menos nuestros impuestos podrían servir para que ciertos productos básicos estuvieran al alcance de todos.

Es buena la dieta mediterránea? Sí... por ahora y mientras dure, sí.

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