Si guardáramos nuestra basura, seríamos mucho más conscientes de lo que consumimos, de lo que desperdiciamos, de la contaminación que generamos y por supuesto, conoceríamos mejor nuestras preferencias alimentarias. Claro, que guardar la basura podría considerarse una marranada o que sufrimos el síndrome de Diógenes, pero no son estos los casos.
Ari Derfel, propietario de una compañía de catering de comida, mientras cenaba en compañía de sus amigos a finales del año 2006, planteó dos preguntas: ¿Qué quiere decir tirar las cosas a la basura? y ¿qué ocurriría si tuviera que vivir con la basura que genero? Decidió entonces poner en práctica los medios que respondieran a estas preguntas. Comenzó a guardar todos aquellos desperdicios que generaba, cajas, botellas, envoltorios... todo salvo los residuos orgánicos (el hedor habría sido insoportable), estos residuos los reciclaba y los convertía en compost. El resultado han sido tres metros cúbicos de basura que le han permitido saber que abusaba excesivamente de los snacks, chocolates, galletas y comidas preparadas. La explicación que da es el exceso de trabajo y poco tiempo libre, que se traduce en abuso de comidas preparadas, el cansancio y las preocupaciones le impiden hacer su propia comida o cena.
Esta experiencia le ha servido a este joven empresario para cambiar su dieta y su estilo de vida, no hay nada mejor que la experiencia. Podemos conocer con más detalle su historia y sus conclusiones a través de su blog Save Your Trash. Sin duda, una experiencia de la que todos podemos aprender algo.
Vía | La vanguardia Más información | Save Your Trash