La FCAC (Federación de Cooperativas Agrarias de Cataluña) ha realizado una propuesta interesante, con el propósito de evitar el fraude al consumidor, solicita al Gobierno de Cataluña que se prohíba la venta de aceite a granel en los restaurantes.
Según la FCAC, algunos restaurantes dan gato por liebre y el consumidor no sabe si el aceite de la ensalada que está aliñando es de aceite de oliva o de girasol. Además aporta como argumentos, la prohibición que existe en Nueva York de cocinar con otro aceite que no sea de oliva o la instauración de esta misma norma en Italia y Portugal.
Quizás tienen razón, indican que igual que el agua y el vino son productos debidamente presentados en la mesa, es decir, embotellados, el aceite debería también presentarse del mismo modo mostrando sus orígenes a través de su seña de identidad, la etiqueta del envase y no en aceiteras anónimas. Aunque encontramos difícil que alguien no se dé cuenta de que le están poniendo aceite de girasol en lugar de aceite de oliva, no sólo al degustarlo, se ve a simple vista.
Claro, que presentar la botella de aceite debidamente etiquetada sería un modo de promocionar la marca, de hecho, es más probable que este sea el verdadero propósito. Pero ya hemos visto todos que los restaurantes que cuidan su imagen y quieren mostrar los buenos productos que ofrecen, ya sirven el aceite de oliva en botellitas etiquetadas.
Nuestro argumento a la importancia de servir el aceite de oliva en su propia botella, sería el de mantener sus cualidades organolépticas, pues el trasvase a otro envase, sufriendo el contacto con el aire, con la luz, etc., le hacer perder propiedades.
Evidentemente, cada establecimiento ofrecerá el aceite que quiera y nosotros como consumidores valoraremos lo que nos ofrece. Otro caso distinto es el aceite utilizado para cocinar, ahí seguro que muchos consumidores no distinguirían si se ha frito un determinado alimento con aceite de oliva o de girasol. Es donde quizá se encuentre el mayor riesgo de fraude, ¿no crees?