Una de las principales razones por las que no se consumen más alimentos ecológicos de lo que se debiera es el precio, le sigue la dificultad para poder encontrarlos y la dificultad para poder identificarlos, al menos esto es lo que indica un barómetro de consumo realizado por la Unión de Consumidores de Asturias.
Sobre la cuestión de la identificación, es extraño que se enumere como razón, hay que tener en cuenta que los principales interesados en diferenciar esos productos ecológicos son los propios comercios, ya que la etiqueta ecológica permite justificar un mayor precio. En cuanto a la escasez de los puntos de venta, es una tendencia que está cambiando a marchas forzadas, cada vez son más los establecimientos que incorporan productos que provienen de la agricultura o la ganadería ecológica.
En lo que sí estamos de acuerdo es en la cuestión de los precios, cada vez son más elevados e irremediablemente son un freno para que el consumidor disfrute de lo que se considera más sano y natural para el organismo. De todo esto ya hemos hablado en varias ocasiones, pero quisiéramos hacer una observación: diversas comunidades autónomas intentan potenciar la agricultura y la ganadería ecológica y proporcionan subvenciones para que los agricultores destinen una parte de su tierra a la producción de estos alimentos.
Esto ha permitido aumentar la producción, sin embargo, los frutos obtenidos no se comercializan entre los ciudadanos de la comunidad, es decir, existe control para que el dinero de la subvención se destine a la producción ecológica pero no existe un control que asegure que los productos resultantes se comercializan en la región para promocionar y mejorar la alimentación de sus habitantes. Lo cierto es que muchos agricultores se benefician de esa subvención y después se benefician de vender sus productos ecológicos en el mercado exterior, obteniendo mayores beneficios y asegurando la venta.
Debería existir una obligación, si se subvenciona la producción de productos ecológicos, estos deben venderse en el país, esta condición permitiría potenciar una alimentación más saludable, más barata y accesible. Otro dato que obtuvimos a raíz de una conversación con un miembro del departamento de promoción de alimentos ecológicos de Cataluña, es el modo de trabajo para la promoción.
Al parecer, el objetivo principal es enseñar en las escuelas los beneficios que ofrecen los productos ecológicos y para ello se realizan charlas y se proporcionan alimentos a los niños para que los valoren, sin embargo, cuando hablamos del precio de los productos, nos indicó que este era un tema secundario y que era importante que los niños aprendieran a elegir esos productos sin tener en cuenta el precio. Daba la impresión de que se quisiera formar a los futuros consumidores para que disfrutaran de los alimentos más caros, con la justificación de la salud y sin intención de facilitar este tipo de alimentación a toda la población.
En fin, si nos sumergiéramos un poco más en el mundo de los productos ecológicos, seguramente descubriríamos que aunque los productos son buenos y saludables, las políticas y actuaciones sobre ellos son todo lo contrario.
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