La mayoría de nosotros acudimos al supermercado a comprar los alimentos que consumimos diariamente, donde los encontramos limpios, envasados y prácticamente a punto para comerlos. A su vez, nuestro planeta se sirve de la energía que suministra el petróleo para poder satisfacer nuestra demanda alimentaria, un 17% del consumo energético mundial se emplea en producir los alimentos, procesarlos, envasarlos y distribuirlos.
El reparto sería aproximadamente este, un 4% del consumo energético se utiliza en la producción, un 5% en el procesamiento, un 8% en el transporte y distribución. La agricultura se vale de todo tipo de herramientas que consumen petróleo, pero también se utilizan diversos derivados de este elemento para producir fertilizantes o pesticidas, en resumidas cuentas la producción agroalimentaria está muy vinculada al petróleo.
Lo cierto es que gracias a la utilización energética un agricultor ha pasado de alimentar en 1850 a cuatro personas con su producción, a alimentar actualmente a casi 80 personas, antes se utilizaban los medios animales y ahora la maquinaria y el consumo energético. El problema es que a mayor consumo energético para poder producir alimentos, mayor erosión del suelo y el medio ambiente en general.
Un interesante artículo de Rebelión nos hace reflexionar sobre la unión que existe entre los alimentos y el consumo energético, nos muestra como nuestra alimentación es un factor clave en el proceso del calentamiento de nuestro planeta, de la erosión y destrucción medioambiental.
¿Qué pasará si se acaba el petróleo? ¿Se habrá logrado sustituir esta fuente de energía a tiempo para mantener la producción mundial?, si no es así, ¿morirán millones de personas de hambre por la falta de abastecimiento (especialmente en los países subdesarrollados)?, el problema es mucho más serio y complicado de lo que parece, en él intervienen numerosos aspectos que deben ser tomados en cuenta.
Abrazar la alimentación ecológica y respetuosa con el medio ambiente o consumir los productos autóctonos para evitar el transporte, entre otras medidas, podría ser parte de la solución, sin embargo, sería solución para unos y hambre para otros. Es necesario cambiar la maquinaria agroalimentaria y sobre todo las fuentes energéticas, que sean respetuosas con el medio ambiente y puedan a su vez garantizar la alimentación mundial.