“En España se desperdician 9 millones de toneladas de comida al año”, "300 euros de lo que gastamos al año en comida se tira a la basura” o “Solo con la comida que tiramos en Europa y Estados Unidos se podría alimentar a toda la población del mundo” son realidades sobre el desperdicio de alimentos que me ponen los pelos como escarpias cada vez que los organismos públicos y los medios de comunicación hacen eco de ellas.
La Comisión Europea estima que cada año se desaprovechan en el mundo más de 1.300 millones de toneladas de alimentos, es decir, 1/3 de la producción mundial. De ellas, 89 millones de toneladas de comida en buen estado corresponden a la Unión Europea.
España desecha 7,7 millones de toneladas de alimentos, siendo el séptimo país más derrochador de la Unión Europea. En la cadena alimentaria donde más alimentos se tiran es en los hogares, responsables del 42% de lo desperdiciado. La industria alimentaria tira el 39%, restaurantes y servicios alimenticios el 14% y comercios y distribución el 5%.
Son muchos los países, organismos públicos y organizaciones sin ánimo de lucro que han puesto en marcha distintas iniciativas destinadas a minimizar el desperdicio de alimentos en los sectores de la industria alimentaria, restaurantes y servicios alimenticios y comercios y distribución, pero todavía queda mucho por hacer y nosotros, como consumidores, podemos aportar nuestro granito de arena.
¿Cómo podemos reducir el desperdicio de alimentos en nuestros hogares?
Reducir el porcentaje de desperdicio de alimentos en hogares es posible. Tan solo tenemos que seguir una serie de medidas que nos ayudarán a aprovechar mejor nuestros recursos, asegurándonos de amortizar hasta el último céntimo invertido en alimentos. Todas están a nuestro alcance. Hagamos un repaso.
1. Planificando el menú semanal
Antes de hacer nuestra compra semanal, conviene comprobar qué alimentos tenemos disponibles en la nevera, el congelador y la despensa, así como el estado de los mismos, en el caso de los frescos, y las fechas de caducidad. Con ello en mente, podemos planificar las comidas y cenas semanales y la lista de ingredientes que necesitamos comprar para llevarlas a cabo.
2. Comprando lo justo y necesario
Llevar la lista de la compra al mercado y ajustarse a lo que hemos escrito en ella es esencial. No solo ahorraremos en alimentos, sino también en euros y no gastaremos de más. Toda la comida que compremos y luego no consumamos acabará afectando a nuestra economía doméstica, así que compremos de manera responsable.
3. Almacenando adecuadamente los alimentos
El correcto almacenaje de alimentos y la organización de nuestras neveras y despensas es otro punto clave para evitar que se echen a perder. Es importante saber qué alimentos se deterioran antes y cuál es la mejora manera de conservarlos. Esta información aparece en el etiquetado de modo que no tenemos excusa.
Aunque puedan resultar obvios, aquí van otros consejos que permitirán mejorar nuestro almacenaje de alimentos:
- Mantener limpias y secas todas las áreas de almacenamiento.
- Colocar a mano los alimentos con fecha de caducidad o de consumo preferente más cercana. Cuando coloquemos la compra, ponemos delante los que ya tenemos en la despensa o en la nevera y atrás los recién comprados.
- En caso de traspasar un alimento a otro contenedor, indicar el contenido y las fechas de trasvase y de caducidad.
- No sobrecargar la nevera, para que la temperatura se mantenga entre 0 ºC y 5 ºC.
- Revisar a diario la nevera y dar prioridad al consumo de aquellos alimentos perecederos que puedan estropearse en breve.
- Revisar la despensa con regularidad y comprobar las fechas de caducidad y de consumo preferente de los alimentos almacenados.
4. Leyendo y comprendiendo las etiquetas
Conocer las etiquetas y entender bien su significado es un factor importante a la hora de evitar el desperdicio de alimentos. Hay que prestar atención a la fecha de caducidad, a partir de la cual el consumo de un alimento es peligroso para la salud, así como a la fecha de consumo preferente, que indica que puede haber cambios de sabor y textura en los alimentos que la llevan y que podemos notar al consumirlos, pero que no son perjudiciales para nuestra salud.
5. Respetando la cadena de frío
Si compramos productos congelados, hemos de asegurarnos de mantenerlos en ese estado durante su traslado de la tienda a nuestras casas y de guardarlos en el congelador inmediatamente. Los alimentos descongelados se deben consumir en menos de 24 horas, pues son más susceptibles de ser alterados y no se pueden volver a congelar (excepto si se trata de alimentos crudos que, una vez descongelados, hemos cocinado).
Para un descongelado correcto debemos pasar el alimento, en su propio envase, a la nevera. También podemos usar el microondas, colocando los alimentos crudos en una fuente con rejilla, para evitar que se mezclen los jugos o, en el caso de los ya cocinados, introduciéndolos en un recipiente destapado. Existen alimentos que pueden ser cocinados directamente sin necesidad de descongelar, esta información aparece en el etiquetado que, como hemos mencionado anteriormente, conviene leer, conocer y entender.
6. Congelando correctamente los alimentos
El congelado alarga el periodo de conservación de los alimentos, manteniendo sus propiedades nutritivas y es una excelente manera de evitar el desperdicio. Podemos congelar comidas ya elaboradas por raciones (siempre en frío) utilizando recipientes herméticos que no permitan la entrada de aire, indicando la fecha de congelación y su contenido.
En el caso de alimentos crudos, las verduras deben hervirse unos minutos antes de congelarse, el pescado debe estar limpio, seco y sin escamas ni cabeza y siempre filmados a conciencia para que no entren en contacto directo con el hielo del congelador.
7. Calculando adecuadamente las cantidades
Calcular bien la cantidad de comida que vamos a consumir puede resultar complicado, pero es importante aprender a hacerlo para evitar las sobras. Aunque, no pasa nada si nos encontramos con ellas, siempre podemos dividirlas en raciones y congelar para consumir más adelante o reutilizarlas para otros platos dándoles una nueva vida. Con frutas maduras se pueden preparar exquisitos bizcochos o batidos, con verduras podemos elaborar cremas y otros restos pueden servir de base para unas croquetas, entre otras ideas.
Fuentes | Magrama, FAO, EUFIC y ACHM-E
Imágenes | U.S. Department of Agriculture, Jbloom, Dan Perry, Bruce Turner, I love butter, Starmaid Products, George Bremer y Michael Stern en Flickr y Guaoguao en Wikimedia Commons
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