A veces es difícil explicar por qué no se rebelan los burros cuando aplicamos a los seres humanos el sustantivo de tan noble animal para calificar lo que sólo un ser humano puede llegar a ser.
No hace tanto hablamos del atún y de la pesca de almadraba, hoy le toca el turno al esturión. Es tal la demanda que de las huevas de este animal hay en el mundo, es tan apreciado el tan cacareado caviar, que su explotación se nos está yendo de las manos fruto de la avaricia y, en el caso mismamente del contrabando, de la falta de escrúpulos.
Yo lo probé en el Cosaco (Plaza del Paja, Madrid) y la verdad es que a pesar de su precio me entusiasmó su textura y su sabor, pero sigo sin encontrar demasiados motivos en la degustación de un producto, por bueno que sea, para acabar por este motivo con una especie y, por ende y debido a la estupidez humana, con el producto que tanto nos hace disfrutar.
Ya la CITES (Convención sobre el Comercio Internacional de Especies Amenazadas de Fauna y Flora Silvestres) prohibió su esportación, pero no está muy claro si esa medida será suficiente, lo que sí se permite es la exportación de huevas en criadero.
Por cierto, en Granada hay un criadero donde se producen huevas de esturión de gran calidad (en la foto), así que al menos nos queda una posibilidad de degustar un gran caviar sin que nos remuerda la conciencia.
VIA l LOS ANDES ON LINE EN DIRECTO AL PALADAR l El esturión, genuino n todos los sentidos Caviar para paladares finos