Nuestras vacaciones en Punta Cana han sido una gran experiencia a pesar de los pequeños problemas alimentarios surgidos, hemos disfrutado del servicio y la amabilidad de la mayoría del personal que trabajaba en el complejo hotelero, de las cálidas y limpias playas, de los atardeceres en las piscinas, de un ambiente plácido...
Aunque las actividades que realizaba el hotel eran un poco repetitivas, se compensa con los cocktails y diversos combinados que podíamos degustar, eran de lo mejorcito, un vicio vamos, te inducían a disfrutar de ellos durante todo el día, sobre todo con la denominada “Vitamina R” o lo que es igual, el ron. Este simpático camarero nos sirvió una Piña Colada Especial que estaba de muerte, el granizado de piña colada es superior y aunque quizá no se aprecia en la imagen, es una copa enorme que normalmente reservábamos para degustar la última del día.
En cuanto a los buffets (todos ofrecían lo mismo), se encontraban bastante surtidos de todo tipo de elaboraciones, las que se pueden encontrar en cualquier buffet de cualquier país, lo que más apreciamos es la ausencia de su gastronomía, aunque hay que decir que no nos perdíamos gran cosa, ya os mostraremos la cena a la carta de su cocina que nos ofrecieron.
Lo peor es que casi todos los días había lo mismo, pasta con diferentes salsa, carnes con diferentes salsas, un salmón un tanto extraño con una carne muy blanca a la plancha o en salsa, arroz, pizzas, perritos, hamburguesas, ensaladas, embutidos... Destacamos la sección de queso al corte y el pollo, una de sus mejores elaboraciones.
Cualquier persona a la que le guste el dulce, se volvería loco viendo tantos pasteles, gran variedad también de pastitas y galletas, pero que a la hora de llevárselo a la boca defraudaban, siempre sobraban. Lo que volaba irremediablemente era la fruta, sobre todo la piña y el mango, inmejorables.
Este era uno de los cocineros encargados de elaborar las pizzas y la pasta del Restaurante Behíque, gozaba de poca amabilidad y parecía que todo el mundo le debía dinero. Sus preparaciones eran sencillas y rápidas, sin embargo mostraba muy poco entusiasmo y en absoluto transmitía unos mínimos de buen hacer, apenas visitamos esta sección del buffet.
Algunas de las salsas que se ofrecían en todos los buffets tenían muy buena pinta pero tuvimos que evitarlas ante el temor de posibles complicaciones digestivas. Sí disfrutamos del guacamole o salsa de aguacate, a pesar de no ser como nosotros lo conocemos, resultó exquisito sobre todo porque la materia prima era de gran calidad.
Este es uno de los cocineros más simpáticos del lugar, denotaba una gran maestría en la elaboración de crêpes de todo tipo, con chocolate, frutas o miel entre otros productos. Muy atento a las demandas de los clientes y siempre con una gran sonrisa, resulta tremendamente difícil mantener esa misma cara durante horas, sin duda, merece unas palabras de adulación.