Durante más de 100 años, la galleta Anzac o Anzac biscuit ha sido uno de los bocados dulces más populares de las antípodas. Una receta nacida del espíritu y el sacrificio que los ANZACs (Cuerpo del ejército de Australia y Nueva Zelanda) hicieron durante la I Guerra Mundial. Aquí el término en cuestión hace referencia a una galleta, no a esa especie de bollito estadounidense conocido como american biscuit.
Entre sus raciones básicas se encontraban estas galletas que las mujeres de los soldados enviaban. Gracias a sus composición, originariamente se elaboraban con jarabe dorado en vez de huevo, se conservaban en buen estado durante meses y resistían el largo viaje a Europa, donde luchaba este cuerpo del ejército.
La receta de estas galletas se ha ido adaptando a los tiempos hasta convertirse en la que os contamos hoy. La primigenia era delgada y crujiente, se solían llamar Anzac tiles o tejas Anzac. Algo que se puede seguir consiguiendo si se extiende la masa más fina y se alarga el tiempo de horno unos minutos.
En un cacito calentamos la mantequilla y el sirope o, en su defecto, miel. Añadimos el bicarbonato a dos cucharadas de agua hirviendo, removemos y volcamos esta mezcla en el cacito.
En un recipiente hondo y amplio mezclamos los copos de avena, el coco rallado, la harina y el azúcar. Hacemos un hueco en el centro y agregamos la mezcla anterior. Removemos para integrar todos los ingredientes.
Dividimos la masa resultante en 25 porciones de igual peso (o lo más similar posible) y las colocamos en bandejas de horno, sobre papel vegetal, dejando separación entre ellas para que no se peguen en el horno.
Aplastamos suavemente cada porción con la palma de la mano. Cocemos en el horno, precalentado a 180ºC con calor arriba y abajo, durante unos 8-10 minutos o hasta que estén doradas. Dejamos enfriar sobre la misma bandeja antes de consumir.
Con qué acompañar las Anzac biscuits
Las galletas Anzac o Anzac biscuits son ideales para servir durante la sobremesa junto con un café, una infusión o una copita de licor. Se pueden servir a la hora de la merienda con un vaso de leche bien fresquita o a media mañana, cuando el cuerpo pide un pequeño tentempié.
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