Bocaditos de merengue con avellana, receta para endulzar la sobremesa

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El merengue si no está horneado no me gusta nada. La textura, por muy montado que esté, no me resulta agradable. En cambio si se cuece al horno o al menos lo tostamos con soplete, es otra cosa, me encanta. Estos bocaditos de merengue con avellanas están riquísimos.

Para hacer esta receta es importante controlar muy bien nuestro horno para que el dorado del merengue sea el justo, sin pasarnos, y que el interior esté jugoso. Una vez apagado el horno, dejaremos que los bocaditos se enfríen completamente en su interior, así nos aseguramos de que estarán completamente secos antes de consumirlos.

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Ingredientes

Para 12 unidades
  • Clara de huevo 2
  • Azúcar glasé 75 g
  • Harina de maíz refinada 1/2 cucharadita
  • Zumo de limón unas gotas
  • Avellanas molidas 40 g

Cómo hacer bocaditos de merengue con avellanas

Dificultad: Fácil
  • Tiempo total 45 m
  • Cocción 45 m
  • Reposo 4 h

Calentamos el horno a 145º C con calor arriba abajo sin aire. Montamos las claras a punto de nieve. Cuando estén espumosas y empiecen a formar picos agregamos el azúcar poco a poco la harina refinada de maíz y el zumo de limón.

Montamos hasta obtener un merengue duro y brillante. Por último añadimos la mitad de las avellanas molidas en la masa, uniendo con suavidad para que el merengue no se baje. Sobre una bandeja de horno forrada con papel apto hacemos montañitas de merengue, intentando que sean todas del mismo tamaño.

En este caso me he ayudado de una manga pastelera con boquilla de estrella, para que el resultado sea más vistoso. Espolvoreamos con el resto de la avellana molida y horneamos a 100º C durante 45 minutos. Apagamos el horno y dejamos enfriar los bocaditos de merengue dentro para que se sequen bien. Sacamos del horno y guardamos en un bote hermético, alejados de la humedad.

Con qué acompañar los bocaditos de merengue con avellanas

Estos bocaditos de merengue con avellanas debemos dejar que se sequen bien dentro del horno apagado para que la textura de fuera sea crujiente y el interior suave, pero no chicloso, sino casi como una crema. Debemos conservarlos alejados de la humedad en todo caso para que no se estropeen. Son perfectos para acompañar la sobremesa.

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