Fácil, rico y vistoso, este cobbler de fresas y grosellas es uno más de esos dulces que han popularizado los norteamericanos. Al igual que el crumble británico, es un tipo de postre en el que un fondo de fruta fresca se cubre con masa dulce y se cuece en el horno. El resultado es una fantasía.
Lo que diferencia al cobbler del crumble es que la masa con que se cubre la fruta, que lleva una pequeña cantidad de polvo de hornear, se coloca a cucharadas o pegotazos, que no desmigada. Es por ello que su superficie se asemeja a un conjunto de baldosas o adoquines, de donde le viene el nombre (cobbled road es "camino adoquinado").
Este cobbler se puede hacer en un molde grande apto para horno o en formato individual, como he hecho yo y podéis ver el las fotos. Es más cómodo llevarlo así a la mesa y nos ahorra tener que servirlo, ensuciando de más. No obstante, que cada cual use el recipiente que tenga a mano y lo que le resulte más cómodo.
Encendemos el horno a 180ºC, con calor arriba y abajo, para que se vaya calentando mientras montamos los coblers. Lavamos y secamos bien las frutas. Retiramos los tallos y las hojas de las fresas y las troceamos. Separamos las grosellas de sus ramas. Mezclamos con el zumo de naranja y el azúcar. Repartimos la entre cuatro moldes.
Preparamos la cobertura o cobbler mezclando la harina, el polvo de hornear Royal, el azúcar y la mantequilla hasta obtener una especie de migas finas. Añadimos la leche y removemos con suavidad para integrar. Si fuera necesario, usamos las manos para mezclar bien todos los ingredientes.
Cubrimos los moldes con las frutas con cucharadas de masa y espolvoreamos cada uno de ellos con un poco de azúcar moreno. Horneamos durante 50-55 minutos o hasta que la superficie esté bien tostada. Servimos en caliente, después de dejar que repose unos minutos, o fríos.
Con qué acompañar el cobbler de fresas y grosellas
Podemos servir el cobbler de fresas y grosellas en caliente y como postre de una comida especial, acompañando cada ración de una bolita de helado y de un chorrito de crema inglesa. Al más puro estilo anglosajón. No obstante también lo podemos disfrutar por sí solo, a la hora de la merienda y junto a una taza de té bien calentito.
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