Si pensamos en Astorga la cabeza se nos irá a tres direcciones gastronómicas: la de sus chocolates, la del cocido maragato y el de las mantecadas. Ya, si nos vamos a lo cultural, imposible olvidar el Palacio Episcopal de Gaudí, pero eso es harina de otro costal.
En lo masticable encontramos uno de los dulces más clásicos y afamados de nuestra repostería tradicional, donde las mantecadas se convierte en una jugosa prima de la magdalena que, como su nombre indica, necesita un poquito de gracia.
Se la damos con manteca de cerdo, que desde antaño había sido la grasa oficial de la repostería española hasta que la mantequilla se empezó a expandir. La receta no tiene complicación alguna —más allá de resistirse a no comérselas de una sentada—.
El único 'consejo' es que recurramos al robot de cocina para montar los huevos, aunque podemos hacerlo a mano y con la varilla, pero nos llevará algo más de tiempo.
Montamos los huevos tres minutos en el robot o a mano y añadimos el azúcar. Agregamos la manteca en pomada e integramos bien.
Luego añadimos la harina y la canela con movimientos envolventes hasta que la masa esté bien homogénea e integrada, momento en que las llevamos al lmode.
Para ello, ponemos dos cucharadas por molde (redondos o cuadrados, según prefiráis), espolvoreamos con azúcar por encima y horneamos 12 minutos con calor arriba y abajo a 190 ºC.
Pasado ese tiempo las retiramos y dejamos enfriar para poder comerlas.
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Con qué acompañar las mantecadas de Astorga
Un vaso de leche caliente, un café o un té, perfectos para estas mantecadas en el desayuno, el almuerzo o la merienda, aunque también podríamos llevárnoslas de picnic improvisado.
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