Hace años que cada otoño me regalan algún que otro membrillo. Con ellos suelo hacer dulce de membrillo. Lo consumimos tal cual, con quesos o como ingrediente de otros platos como el solomillo de cerdo con membrillo que es una pasada de receta, fácil y deliciosa. Sin embargo hace tiempo que tenía fichada esta receta de compota de membrillo y este año, por fin, ha caído.
Se trata de una elaboración muy sencilla que se prepara casi sola. Solo hay que pelar y trocear los membrillos, llevarlos a una olla con azúcar, agua y especias y que haga chup chup durante un buen rato. Conviene mirar de vez en cuando que hay suficiente agua para que no se agarre a la base, pero esa es toda la atención que requiere la criatura.
Este postre es maravilloso, con un punto de dulzor perfecto y el toque ligeramente ácido que aporta el limón en el que se remoja el membrillo para que no se oxide. Es una manera fantástica de aprovechar y disfrutar de la fruta de temporada, que luego echamos tan de menos cuando desaparece de los mercados. Anímate con la receta, seguro te encantará.
Pelamos los membrillos, retiramos los corazones y troceamos su carne en pequeñas piezas de bocado. Para que no se oxiden los introducimos en un bol con abundante agua y en chorrito de zumo de limón.
Introducimos los trozos de membrillo en una olla junto con un vaso de agua, el azúcar, la estrella de anís y los dos clavos de olor. Cocemos a fuego suave durante unos 35 minutos o hasta que esté tierno, removiendo de vez en cuando para que no se agarre al fondo de la olla. Durante el proceso, si vemos que se queda seco, agregamos un poco más de agua.
Ya está lista la compota de membrillo. La podemos dejar tal cual o chafarla con un tenedor hasta obtener otra consistencia. En cualquier caso la dejamos enfriar y la guardamos en la nevera hasta el momento de servir.
Con qué acompañar la compota de membrillo
Podemos degustar la compota de membrillo sola, se sirve y se basta para conformar un buen postre. Pero, si queremos rizar el rizo, la podemos servir con una cucharada de yogur casero o una bola de helado de vainilla. Y, por supuesto, con una selección de quesos a su vera y un poco de pan.
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