Gelatina mosaico, un postre sencillo y sin horneado que es perfecto para poner el broche de oro a cualquier comida

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Esta gelatina mosaico es una de esas recetas que llevan dando vueltas por estos mundos de internet desde hace años y que siempre he tenido curiosidad por probar, por llamativa y porque pinta deliciosa. Pues bien, hoy le ha llegado la hora y puedo confirmar que el resultado es magnífico. La mezcla de sabores de las gelatinas es equilibrada y perfecta.

Se puede usar cualquier molde que tengáis en casa, redondo, rectangular o con agujero en el centro, como el que he utilizado yo. El único consejo que os doy al respecto es que lo engraséis ligeramente, con un poco de papel absorbente mojado en aceite de girasol, para que el desmoldado sea más sencillo y se mantenga su bonita forma.

Por lo demás, es clave organizar los tiempos de cuajado para que esta gelatina mosaico esté lista a tiempo. Yo preparé las gelatinas roja y verde la noche anterior y a primera hora del día siguiente hice la gelatina blanca, de leche condensada y leche evaporada, y monté el postre. La dificultad es mínima, aunque más abajo os doy algunos ocnsejos para que os salga perfecta.

Ingredientes

Para 12 personas
  • Gelatina sabor frambuesa 2 sobres (para la gelatina roja)
  • Agua (para la gelatina roja) 800 ml
  • Gelatina sabor piña 2 sobres (para la gelatina verde)
  • Agua (para la gelatina verde) 800 ml
  • Colorante alimentario color azul, opcional (para la gelatina verde)
  • Leche evaporada (para la gelatina blanca) 400 ml
  • Leche condensada (para la gelatina blanca) 400 g
  • Gelatina en polvo (para la gelatina blanca) 20 g
  • Agua (para la gelatina blanca) 225 ml
  • Esencia de vainilla 5 l

Cómo hacer gelatina mosaico

Dificultad: Fácil
  • Tiempo total 30 m
  • Elaboración 20 m
  • Cocción 10 m
  • Reposo 8 h

Para la gelatina de color rojo. En una olla vertemos 400 ml de agua y la llevamos a ebullición. Bajamos el fuego, agregamos el contenido de los dos sobres de gelatina de frambuesa y removemos para que se disuelvan y no queden grumos. Apagamos el fuego, agregamos los 400 ml de agua restantes, removemos para integrar y pasamos la gelatina a un recipiente amplio.

Para la gelatina de color verde. Hacemos lo mismo que acabamos de hacer con la gelatina roja, pero -en mi caso- como la gelatina de piña es de color amarillo, yo he añadido al final un poco de colorante azul para conseguir el color verde. Esto es opcional y se puede dejar tal cual, sin cambiar el color.

Cuando las gelatinas se hayan atemperado, las pasamos a la nevera -bien tapadas para que no absorban olores ni sabores extraños- y las dejamos enfriar toda la noche (como he hecho yo) o, al menos, el tiempo que indique el fabricante.

Para la gelatina de leche. Al día siguiente preparamos la gelatina blanca o gelatina de leche. En un recipiente amplio y hondo introducimos la gelatina neutra y le agregamos los 225 ml de agua fría. Removemos y dejamos que se hidrate durante, al menos, cinco minutos.

Mientras tanto, a fuego medio, calentamos la leche evaporada y la leche condensada en una olla. Para aportar un toque extra de sabor agregamos la vainilla, aunque esto es opcional. Removemos constantemente para que las leches no se peguen al fondo de la cacerola. Apagamos el fuego antes de que empiecen a hervir.

Una vez hidratada la gelatina le agregamos la mezcla de leches caliente poco a poco y removemos para integrar. Ahora solo queda montar la gelatina en el molde elegido, pero antes hay que dejar que esta mezcla se atempere ligeramente durante una hora (aprox) para evitar que las gelatinas de colores se fundan al entrar en contacto con ella por efecto del calor.

Mientras esto ocurre podemos ir cortando las gelatinas de colores en dados. Para ello solo necesitamos un cuchillo fino y afilado. Si lo humedecemos ligeramente el agua la tarea es más sencilla y los cortes salen más limpios. Una vez cortadas las gelatinas, introducimos una espátula por debajo y, con cuidado, la despegamos del mole.

También engrasamos el molde con una fina capa de aceite de girasol o cualquier otro que no tenga mucho sabor. Es importante que no queden gotas ni restos, así que lo mejor es usar papel absorbente para esta tarea. Después introducimos los cubos de gelatina de colores, alternando los rojos con los verdes para que queden bien repartidos. Guardamos el molde en la nevera.

Cuando la gelatina de leche se haya atemperado, pero todavía esté líquida, la vertemos en el molde. Para evitar que se formen burbujas, levantamos el molde ligeramente y lo dejamos caer sobre la encimera. Esto lo hacemos dos o tres veces y con ello sale el aire a la superficie.

Y ahora solo queda guardar el molde en la nevera y esperar al menos cuatro horas a que la gelatina de leche tome cuerpo y endurezca. Si la dejamos más tiempo, mucho mejor. Una vez firme la la introducimos unos segundos en un recipiente con agua caliente para que se despegue de los bordes y sea más fácil de desmoldar. Y ya solo queda servir y disfrutar.

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Con qué acompañar la gelatina mosaico

Esta gelatina mosaico se sirve y se basta por sí sola para protagonizar el momento del postre, que es el más adecuado para disfrutarla. Aunque se puede decorar el plato con un poco de fruta troceada o con frutos del bosque. En Latinoamérica se suele preparar en Navidad, pero nadie nos impide disfrutar de ella en cualquier otra época del año.

En DAP | Gelatina de tres leches y chocolate
En DAP | Panacota de vino tinto

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