El postre que hoy os propongo es una de esas recetas facilísimas que levantarán pasiones entre vuestros comensales y os elevarán a expertos reposteros, aunque no tengáis ni idea de este arte culinario. Además, el resultado es francamente delicioso y os aseguro que a más de uno le picará la curiosidad por seguir experimentando en este azucarado mundillo.
Este pastel de limón sin horno me trae muchos recuerdos de mi infancia, pues mi madre lo prepara desde que era niña, y fue de los primeros "experimentos" que me dejó hacer sola en la cocina. Es muy sencillo de hacer, lo único de deberéis tener en cuenta es que tiene que prepararse con suficiente antelación para que se endurezca antes de sacarlo del molde. ¡Ya me contaréis si os animáis a hacerlo!
Ingredientes
- Agua 1 vaso
- Gelatina en polvo sabor limón, 1 sobre
- Azúcar 14 cucharadas soperas rasas
- Limón grande (ralladura y zumo) 1
- Leche evaporada (bote) muy fría 1
- Bizcochos de soletilla o bizcochitos
Cómo hacer pastel de limón sin horno
- Tiempo total 20 m
- Elaboración 20 m
- Reposo 8 h
Empezaremos haciendo un azúcar caramelizado con 6 cucharadas de azúcar y recubriendo con él el fondo de un molde de plum cake, que no es necesario que engrasemos previamente. Después, batimos la leche evaporada con el azúcar restante, con ayuda de unas varillas. Tiene que estar muy muy fría y debemos tener en cuenta que nunca subirá tanto como si fuera nata. La reservamos.
En un cazo, mezclamos el vaso de agua con la ralladura y el zumo de limón y lo ponemos al fuego para calentar la mezcla, sin que llegue a hervir. Retiramos el cazo del fuego y añadimos la gelatina, removiendo para que quede bien disuelta. Mezclamos el agua con la leche evaporada.
Echamos esta mezcla en el molde y, por último, cubrimos con los bizcochitos, que igual tendremos que recortarlos para que se ajusten al molde y no quede ningún hueco pues servirán de base al pastel. Cubrir con papel film o papel de plata y reservar en la nevera toda la noche.
Con qué acompañar el pastel de limón sin horno
A pesar de su sencillez, este pastel de limón sin horno luce tanto que vale para cualquier celebración especial, por eso no desentonará si descorcháis alguna botella de cava bien fría para acompañarlo. Podéis cambiar el sabor de la gelatina si os apetecen variaciones con otros sabores.
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