No sé que tienen las tartas de chocolate, que sean del formato que sean siempre triunfan. Y como soy buena conocedera de ello, cuando quiero hacer feliz a mis invitados ya sé que debo coger la bolsa de cobertura de chocolate y ponerme manos a la obra. El otro día me decanté por hacer una tarta de chocolate con whisky y crema chantilly de sirope de arce, perfecta para cerrar cualquier comida.
Esta tarta, una especie de tartaleta gigante, se compone de dos capas a cada cual más deliciosa, la primera una ganache de chocolate negro al 70% con un toque de whisky, perfecta para los más chocolateros, suavizada con una chantilly endulzada a base de sirope de arce, que consigue que una simple nata montada tome otra textura y un sabor diferente.
Comenzaremos extendiendo la masa quebrada en un molde de tarta desmontable de 18 centímetros de diámetro. Pinchamos la base y lo dejamos en la nevera mientras que precalentamos el horno a 180 grados. Una vez alcanzada la temperatura, horneamos la masa durante 15 minutos, a la que le habremos colocado previamente un papel de horno con unas legumbres secas para que no hinche. Retiramos del horno.
Para hacer la ganache de chocolate, derretimos en un bol al microondas el chocolate a intervalos cortos de unos 15 segundos, una vez fundido, añadimos el huevo batido, la nata y el whisky. Removemos y vertemos encima de la masa horneada. Cocemos durante 12 minutos a 170 grados. Dejamos enfriar.
Para la chantilly de sirope de arce, en el bol de una batidora agregamos la nata bien fría con el queso crema, batimos hasta que forme picos, después le incorporamos el sirope de arce y el whisky, removemos suavemente y disponemos de manera irregular por encima de la ganache fría.
Con qué acompañar la tarta de chocolate con whisky y chantilly de sirope de arce
La tarta de chocolate con whisky y chantilly de sirope de arce es por su contenido en alcohol un pastel para adultos, aunque siempre podemos suprimir el licor y dejarla que la disfruten como se merecen los pequeños de la casa. Yo la acompañaría con unos frutos rojos frescos a su lado, o por supuesto con un café expreso bien cargado.
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