Quizá sean más conocidos los caracoles más grandes, esos que son protagonistas de cocinas tan arraigadas como la catalana y la francesa, con recetas como los caracoles a la madrileña pero como mis raíces son más sureñas os traigo una receta ideal para acompañar una cervecita en el aperitivo. Se sirven en vasitos, cacitos o tazas, y para mi gusto son peligrosos por su alto nivel adictivo.
Ingredientes
1 kg. de caracoles pequeños, 50 gr. de cominos, 2 guindillas, 1 tomate, 1 cebolla de buen tamaño, 2 ramitas de hierbabuena y sal.
Elaboración
Se ponen los caracoles vivos un par de horas en harina para que se limpien bien por dentro y a continuación se introducen en la misma red donde suelen venir los caracoles (esto lo podéis pedir al pescadero) y se cubren de agua y se les pone algo de peso encima para que no floten. Se dejan aproximadamente 8 horas y pasado este tiempo los caracoles están ahorcados, lo que quiere decir que están muertos y fuera del cascarón.
A continuación se lavan 4 ó 5 veces con agua con vinagre, y otras 4 ó 5 veces con agua sola. Se ponen en una cacerola con agua hasta que los cubra con la cebolla, el tomate y las guindillas.
Cuando empiezan a hervir se les quita con una espumadera toda la espuma que tienen por arriba, se dejan como 20 minutos y cuando la cebolla esté tierna se les añade los cominos, la sal y la hierbabuena. 10 minutos más al fuego en ebullición y ya están listos para servir.
Ha de quedar caldo que acompañará a los caracoles en su degustación. Este caldo yo me lo bebo como el agua...
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