El otro día para comer, tuvimos el antojo de cocinar un plato tradicional tal como nos habían enseñado nuestros antepasados. Un plato que sólo hace unas décadas era un plato de lujo, de fiesta grande, y que hoy suele pasar un tanto desapercibido en los menús, entre tantos sorbetes, huevos pochés y fuas.
Se trata de, ni más ni menos, que de una cazuela de Pollo rustido con hortalizas.
Vean.
Los ingredientes
1 pollo troceado, 1 pimiento rojo, 100 gr. de guisantes, 3 alcachofas, 1 tomate, 1 cabeza de ajos, 2 cebolletas, 1 hoja laurel, 1 copita de cognac, aceite de oliva virgen extra (AOVE), sal y pimienta.
La preparación
Ponemos es una cazuela con aceite de oliva caliente el pollo troceado para que se vaya dorando. Salpimentamos. Mientas, lavamos y cortamos las verduras y las reservamos hasta el momento de incorporarlas al guiso. Cuando la carne está bien dorada pero no muy hecha, ponemos en la cazuela las verduras y dejamos que todo ello vaya rustiendo.
Cuando el guiso adquiera el punto de rustido que nos interesa le añadimos la copita de cognac (también se les puede echar jerez u otro vino blanco) y dejamos evaporar el alcohol. Una vez que esto suceda ponemos agua caliente hasta cubrir y dejamos que hierva lentamente hasta que la salsa adquiera la consistencia necesaria. Rectificamos de sal y dejamos reposar.
La degustación
Este es un plato de víspera, es decir, que unas horas de reposo le van a sentar de maravilla, los jugos se van a integrar en la carne, y el pollo saldrá tierno y jugoso.
Y para beber, este es un plato tradicional que combina perfectamente con casi cualquier vino que le pongamos: un tinto joven y bien potente; o uno añejo y bien complejo; pero por esta vez nosotros lo disfrutamos con un Chablis: Domaine Laroche Les Vaudevey 2002. ¿Porqué no? ¡Excelente!
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